¿A dónde me lleva el pensamiento en los momentos en los cuales todo parece detenerse? ¿En dónde quisiera estar ahora? Sólo faltan quince minutos y mi pensamiento pareciera haberse bloqueado ¿Será por el cielo gris? ¿Será por la lluvia o por la relajante música que me hace pensar tan lentamente? ¿Serán los años o lo recuerdos que se han terminado, será el presente lleno de incertidumbre? ¿Será que el tiempo vuela inexorablemente y se lleva con él la esperanza de recuperar los momentos más significativos de mi vida? ¿A dónde me lleva el pensamiento? A sacarme de este espacio de parálisis existencial, para no dejar de ver, de oír, de sentir.
¿Qué dónde quiero estar? Aunque me resista a decirlo, prefiriendo simular un estado temporal de amnesia, aun así, creo saber dónde, en qué lugar y en qué momento, incluso, puedo verme mirando el azul del cielo, recostado sobre la hierba verde, respirando el aroma vital de la naturaleza, escuchando el canto de las aves, tocando la tierra y sintiendo cómo papita al unísono con mi corazón, o ¿es acaso el latido de mi corazón el que le da sentido a todo cuanto pasa a mi alrededor?
Han terminado los quince minutos del estar en el espacio ausente de pensamiento y he vuelto de un tiempo pausado que ya es pasado, a un presente que me hace ver, que aunque yo no quiera, por el poder que emana de la mayor fuerza del universo y me desconecta, por así mi cuerpo necesitarlo, me regresa como si hubiese resucitado para seguir viviendo el hoy, el momento, el presente fugaz que no detiene su marcha para ir al encuentro con un futuro que al ver la proximidad de ese momento, motiva un espacio de quince minutos para que nadie lo pueda alcanzar.
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