Iniciaré esta colaboración con una anécdota, no muy edificante para el periodismo, pero sí un reflejo de cómo ve la sociedad a este gremio.

Corría los finales de la década de los setenta y quien escribe era en Tampico un novato jovenzuelo en estas lides y afecto a buscar la compañía de veteranos avezados para aprender lo más posible del oficio.

El restaurante Elite, el cual debía pronunciarse élite pero todos veían como nada al acento, era el refugio de escribidores de todo nivel que componían el mundo en una mesa con café, a la cual llegó un día un funcionario municipal de tercera pero con el ego en las nubes.

En plena plática, el tipejo comentó lo que parecía un piropo para los asistentes: “Los periodistas”, dijo, “siempre están en peligro de muerte”.

Cuando le iban a agradecer el aparente reconocimiento, el sujeto espetó: “Ganan tan poco, que se pueden morir de hambre o se pueden morir de una hartada”.

El funcionarete tuvo que salir huyendo del café ante el intento de más de dos de darle una paliza, en parte porque los ofendía y en parte, lamentable es aceptarlo,porque grandes dosis de verdad guardaban esas palabras.

¿A qué viene este vistazo al pasado?

Lo traigo al presente ante el reciente audio hecho público en donde el dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, señala que “a los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre”.

Como ve, las cosas no han cambiado mucho en más de cuatro décadas, tanto en la imagen que los periodistas tenemos para gran parte de la sociedad, especialmente para algunos políticos, ni tampoco en lo reducidos que suelen ser los salarios en esta profesión, lo cual no espanta ni arredra a quienes amamos escribir o expresar nuestra opinión y continuamos en esas andanzas, pese a sus limitaciones económicas y al riesgo –este sí de verdad– que se corre ante la delincuencia.

Y le quiero enviar un mensaje a Alito, el cual tal vez nunca leerá, pero que juzgo necesario para definir el perfil de un periodista. Un auténtico periodista.

Señor Moreno, esa hambre con la que usted pretende denigrar el trabajo de los medios de comunicación y de quienes trabajamos en ellos, es precisamente el mejor homenaje para esos periodistas que al paso de los años siguen padeciéndola y aceptándola, por una razón: Su honestidad.

En este círculo de modestos seguidores de Quijotes y Juanas de Arco, es un timbre de orgullo tener que seguir trabajando a edad avanzada, porque es la prueba de una labor honrada que no se enriqueció con corruptelas o complicidades vergonzosas como lo hacen muchos exponentes del servicio público o partidista, o de una chamba en una dependencia.

Con seguridad en algunos casos hay más o menos hambre en unos o unas periodistas, con seguridad habrá también comunicadores prósperos con el fruto de su talento –bien por ellos o ellas– pero en este gremio es una distinción continuar en estas actividades, sin importar lo que suceda, como con las bellas mujeres que evoca una popular canción:

Aunque mal paguen ellas…

GRANOS DE ARROZ

En el mismo contexto, la justicia me lleva a hacer una precisión sobre los políticos y su trato con los periodistas. No todos son “Alitos”.

A lo largo de esos más de 40 años de trabajar en medios de comunicación, he tenido el privilegio de conocer en actividades partidistas o gubernamentales, a servidores públicos ejemplares, en la misma medida que he debido sufrir a saltimbanquis, trapecistas y energúmenos.

Lamento que una gran parte de esos personajes vean a esta labor como blanco de injurias y satanizaciones, pero celebro el contar entre mis amigos a políticos, funcionarios y ex funcionarios que al contrario de una famosa frase sobre los prietitos, en su relación con los periodistas son los granos de arroz entre los frijoles negros.

De todo hay en la viña del Señor…

LA FRASE DEL DÍA

Ética o estética, esa es la eterna lucha. Con los años te irás dando cuenta de que esto del periodismo siempre funciona así”

Luis Roso

Twitter: @LABERINTOS_HOY