Corría el año 2009.
Frente a sus colaboradores reunidos en una reunión oficial, el entonces Gobernador Eugenio Hernández Flores escuchaba las propuestas de los miembros de su gabinete, para armar una estrategia de austeridad en el gasto corriente de esa administración..
Entre el alud de sugerencias vertidas, el Director de Giras, César García, propuso lo que le pareció una idea “genial”: Que para sus giras de trabajo, los secretarios y directores generales no usaran los aviones para transportarse, para reducir los gastos respectivos.
La respuesta de Eugenio fue fulminante: “Eso es una tontería”, dijo. “no tienen idea de lo que cuesta el tiempo perdido en la chamba gubernamental”.
“Imagínense”, dijo, “a los Secretarios retrasando decisiones durante horas por viajar por tierra. Eso podría resultar mucho más caro para el Estado que usar los aviones. Ni se les ocurra”.
¿Por qué recordar ese pasaje?
Me viene a la mente ese pasaje por el reiterado anuncio de Andrés Manuel López Obrador de que si es electo, para cumplir sus visitas de trabajo viajará en avión comercial y no usará el avión presidencial, el cual aún sigue con la obsesión de vender.
Caray. Si en un Estado, con su notoria pequeñez geográfica frente a una nación, perder horas significaría perder millones, que lo haga un Presidente sería condenar al país a pagar costos altísimos en el estancamiento de las decisiones que lo mueven, sólo por lo que a todas luces es un capricho “para quedar bien” que deja atrás las bondades de la austeridad responsable y se convierte en una aberración lindante en el atentado.
En honor a la verdad. no me importa la seguridad de López Obrador, de José Antonio Meade, de Ricardo Anaya ni de Margarita Zavala en cualquier opción ganadora. Cómo cuidarse, es su responsabilidad y ellos serían quienes pagarían las consecuencias de una mala decisión. Para decirlo en lenguaje coloquial, es su boleto.
Pero lo que sí importa es que sólo se piense en lucir como un ahorrador ejemplar y no como un auténtico gobernante. Ni siquiera puedo llamarlo estadista con semejantes ideas.
Y lo que acaba de decir en la Asamblea de la American Chambers of Commerce, es un poema…a la necedad. Hizo viral una frase.
A pregunta expresa de qué pasaría si tiene que asistir a una reunión en la ONU en Nueva York y viaja a la misma en vuelo comercial que se retrase horas, el candidato de MORENA respondió con un pueril “pues no llegué”.
Huelgan comentarios. Sólo me resta adherirme a una opinión de Armando Fuentes Aguirre, “Catón”:
“Me preocupa que Ricardo Anaya, José Antonio Meade y/o Margarita Zavala no cumplan sus promesas en caso de llegar a la Presidencia, pero más, mucho más, me preocupa que López Obrador cumpla las suyas”.
Todo está dicho…
“MODELITO”
A estas horas, parece haberse agotado el tema de “El Bronco” y su inminente inclusión en las boletas electorales.
Coincide la mayoría de quienes han opinando al respecto, que Jaime Rodríguez llega para restarle votos a Andrés Manuel. Tal vez sea así.
Sin embargo, “El Bronco” me recuerda el papel de Jorge Valdez en los debates de los candidatos a Gobernador de Tamaulipas en 2016. Su misión era golpear a Francisco García, para que Baltazar no perdiera la figura.
Hoy, Rodríguez Calderón parece predestinado a eso. A ser el buscabullas de callejón que se encargue en los debates del trabajo sucio contra AMLO, que otros no quieren hacer.
Ya ve amigo Jorge, su ejemplo sembró precedente nacional…
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