Hace meses en este mismo espacio, escribí acerca de la democracia directa y la consulta popular. En esa columna argumentaba que, en el caso concreto de México, la utilización del mecanismo de consulta popular presupone un avance en el camino correcto de una democracia que busque incluir e involucrar a los ciudadanos en los temas de mayor relevancia del país; sin embargo, si la pregunta es ambigua, no consideraba que sea lo conducente. Lo anterior lo escribí por el ejercicio de la pregunta de el enjuiciamiento de los expresidentes.
Este año, el 10 de abril en México, tenemos la obligación y el derecho de participar en el plebiscito. La pregunta aprobada por la SCJN será “¿Estás de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?”. Esta pregunta ha sido criticada por varios ministros y hasta por el propio presidente de la República.
Pero veamos un poco más allá de la pregunta. ¿Qué podría pasar después de este ejercicio? Para que la revocación de mandato proceda, el Tribunal Electoral tiene que considerar que existe mayoría absoluta en el ejercicio, y eso sucederá cuando la participación haya sido superior al 40% de los electores inscritos en el padrón electoral mexicano. En los resultados de este ejercicio considero existen 4 escenarios posibles.
1) No se alcanza el 40% del padrón electoral y las personas que participen, aunque no sea vinculante votan en su mayoría por que continúe el presidente López Obrador; 2) No se alcanza el 40% del padrón electoral y las personas que participen, aunque no sea vinculante votan en su mayoría que se vaya el presidente López Obrador. En estos dos escenarios considero que la respuesta del gobierno mexicano sería buscar una reforma al INE, argumentando que por la “mala organización del instituto electoral” no se alcanzaron los objetivos presupuestados. Al no alcanzar el 40% de participación todo sigue igual desde palacio.
3) Se alcanza el 40% de participación y como resultado tenemos que la mayoría de los votantes quieren que continúe el trabajo del presidente, por lo tanto, todo sigue igual desde palacio, pero con la diferencia de que se ratifica el mandato del presidente y toma más fuerza para el cierre del sexenio. 4) se alcanza el 40% de participación y como resultado tenemos que la mayoría de los votantes quieren que se vaya el presidente. Este último escenario es muy peligroso para la estabilidad económica y política del país. Pues lo que prosigue después de cumplir este escenario es que quien quedaría como presidente interino por el periodo de un mes sería el presidente de la cámara de diputados (Sergio Gutiérrez Luna). En esos 30 días de interinato, el congreso tendrá que nombrar a quien concluya el periodo constitucional. Recordemos que en el congreso tiene amplia mayoría el partido del presidente López Obrador, por lo que probablemente quedaría como presidente alguien cercano a el, por lo tanto, todo sigue casi igual desde palacio.
Donde no todo seguiría igual sería fuera de palacio; ¡imaginen la desestabilización económica y política que implicaría tener 3 presidentes diferentes en un periodo de 30 días!