La pacificación es compleja para cualquier pueblo y nación que se encuentren fuera de ese estatus y las implicaciones para alcanzar esta meta historia del hombre de las sociedades y de los ciudadanos organizados para vivir de una manera determinada, dentro de un orden y un contexto, con ideales, metas y desafíos, no es un resultado fácil de obtener.
Ya que los componentes para vivir en paz no dependen de un sólo elemento, sino de la interacción de varios agentes que concurren hacia ese estatus hacia esa meta, que reflejan a un ser en movimiento en busca de un bien que no tiene pero que demanda su cosmosis para estar en armonía y complementado por los otros.
Pero siempre la pacificación significa y se traduce en una prosperidad para el ser, que representa y es el centro de la historia y los otros seres que son las cosas que acompañan al ser en movimiento, desbocado en busca de su complemento, sin el cual su entidad de ser o de persona no se manifiesta, por su incompletación como un ser en movimiento.
Que converge hacia la conclusión de otros seres, que en ese aspirar alcanzan un nuevo estatus y se funden en una nueva historicidad del ser, que se convierte en un estatus de prosperidad a la que ninguno de los seres participantes puede renunciar, sino sólo para dejar de construir la pacificación del cosmos.
Desde esta perspectiva es obvio que el hombre aislado, marginado y espoliado de su historia y no asociado en la construcción del ser que se traduce en un ente social, adverso del ser que anhela, llega a la frustración porque no obtienen el bien amado y anhelado, como es el estatus cósmico de la pacificación.
Desde esta perspectiva ontológica, es menester entender el contexto, las expresiones de rebelión de los adversos para que se alcance un estatus de prosperidad como sinónimo de pacificación, pues de otra forma, la ausencia de guerra, de lucha y de encuentro de contrarios que luchan por el bien anhelado, se enredada en la complejidad para obtener el bien final. En el que para unos se alcanzan chocando las metrallas, para otros es construyendo una nueva civilización universal.
Pues pareciera que los hombres y el cosmos están contrariados involucrados en una lucha de contrarios, donde lo que menos importa es la construcción de una nueva síntesis de ese choque de contrarios, que no es otra cosa, sino un nuevo ente en el tiempo y el espacio, renovado y con energía para aspirar a un nuevo estatus dentro de la inmensidad del ser.
Lo que acontece hoy en el universo, no es más que una expresión de la inconformidad del cosmos porque sus habitantes han propiciados su descomposición, al desacreditar la entidad de cada uno de los componentes de la tierra. Quizá por eso han surgido en puntos distintos del universo las denominadas “casas de la tierra”, desde donde las sociedades actuales y el hombre proyectan el bien anhelado del deber ser que han sido incapaces de construir para las generaciones venideras.