Lo más prudente que le he escuchado decir al Presidente recientemente es que el 30 de agosto regresamos a las clases presenciales en nuestro país.

Tenemos año y medio con los niños encerrados en casa con todo lo que esto implica; estamos hablando de seres sociales que han aprendido impactantemente a adaptarse a esta nueva realidad que estamos viviendo pero que a la vez requieren de esa atención que la educación en el aula les brindaba.

Los adultos hemos regresado a las nuevas y adaptadas actividades presenciales tanto en el plano laboral como en el tema social y los menores han sido los menos considerados de la pandemia, nadie ha pensado en ellos.

Sus actividades al aire libre fueron suspendidas de un día a otro, su energía canalizada a un aparato electrónico y su futuro destinado a vivirlo encerrado frente a la misma pantalla que antes de la pandemia pretendíamos retirarle porque le robaba su tiempo, su mente, su capacidad. Ya todo se ha adaptado a la nueva realidad ¿Por qué ellos no?

Los niños no tienen la culpa de la falta de capacidad de nosotros los adultos para adaptar sus espacios de aprendizaje. ¿No han notado que dejaron de reconocer el valor de la amistad? Comenzaron a incrementarse los cuadros de ansiedad y depresión por que no es esta la forma en la que deben de vivir. No fuimos creados para estar encerrados.

Ojo, no estoy sugiriendo que todo vuelva a la normalidad y se reactiven todo tipo de actividades sociales en medio de la tercera ola de contagios, de ninguna manera. Los contagios de Covid19 se han incrementado y el riesgo de que las nuevas cepas lleguen para quedarse es cada vez más latente en Tamaulipas; lo que estoy sugiriendo es que se deje de postergar la solución, que se dejen a un lado intereses personales y se aplique toda la capacidad de los expertos y autoridades para aplicar la mejor estrategia de reactivación escolar que pueda acabar con los males sociales y emocionales que la pandemia ha dejado en nuestros niños.

A año y medio de pandemia ya debieron de haber pensado en una solución, los menores deben de regresar a sus actividades presenciales de manera paulatina, el dinero que se ahorraron por escuelas cerradas aplicarlo para la compra de insumos y habilitación de espacios seguros para ellos y sus maestros y dejar de cerrar los ojos a una realidad que nos ha alcanzado y que nos esta arrebatado lo mejor que tenemos.

¡Por espacios seguros para ellos y sus profesores!

Que Dios los bendiga, gracias.

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