“El mayor peligro de los gobiernos es querer gobernar demasiado”…
Conde de Mirabeau
No sé cuál será el plan de trabajo de Claudia Sheinbaum una vez instalada en la silla del poder nacional.
Lo que podría imaginar en ese terreno podría ser sólo con base en sus promesas de campaña, que en estos casos históricamente suelen ser en su gran mayoría palabras al viento y muchas veces en los hechos diametralmente opuestas a lo anunciado.
Pruebas sobran. Y muy cercanas.
Pero en contraparte, lo que sí sé, aunque sea una opinión personal y quizás compartida por muchos, es lo que tengo que pedirle –exigirle por qué no– que no haga en su gestión como presidenta.
Si me permite, las enumero como prioridades.
Prioridad número 1: Dejar de aplicar la nefasta fórmula de Abrazos no Balazos en el combate a la inseguridad, que ha confirmado en casi 200 mil muertos su absoluto fracaso.
Prioridad número 2: Dejar de ver a la Salud como una herramienta de venganza contra los anteriores gobiernos y en contraparte recuperar el sistema de abasto de medicamentos y atención médica con el Seguro Popular, aunque lo rebautice.
Prioridad número 3: Detener el adoctrinamiento político en la educación y no tratar de crear soldados ideológicos, en lugar de formar a mexicanos preparados para competir profesionalmente.
Prioridad número 4: Dejar de pulverizar a los organismos autónomos y ya no perseguir al Poder Judicial porque no permite que se manipule el Derecho a modo.
Y por último, la prioridad núnero 5 y tal vez la más importante:
No permitir que los mexicanos sigamos separados y viéndonos como enémigos acérrimos porque no pensamos igual. Es una pesadilla que familiares, amigos, compañeros de trabajo y vecinos nos vean y nos traten con odio o se alejen porque alguien nos motejó como “fifís” y “chairos”. Por favor, ya no más señora Sheimbaum.
Como acostumbra señalar el genial Catón: Dejo este cúmulo de peticiones sobre la mesa y me alejo en silencio en la oscuridad.
Que Dios bendiga a México…
EL VIEJO PRI: UNA HISTORIA REPETIDA
Las cifras hoy por todos conocidas sobre los resultados de la elección presidencial, en donde sorpresivamente Claudia Sheinbaum obtuvo una ventaja de casi 30 puntos sobre Xòchitl Gálvez, me recuerdan una historia del viejo priísmo tamaulipeco, en la década de los ochentas.
El lider agrario de la época –cenecista por supuesto– cuyo nombre no cito porque ya pasó a mejor vida y su recuerdo muy respetado , fue beneficiado con un candidatura a diputado federal por el PRI en el distrito perteneciente a Río Bravo.
El dirigente campesino cumplió su campaña y una vez realizada la votación se procedió al conteo. El resultado fue arrollador a su favor: 52 mil votos.
La cifra no tendría nada de extraordinaria, salvo por un detalle: El listado electoral reiobravense sólo tenía en esos días alrededor de 30 mil nombres. El resto fue resultado deun alegre y desenfrenado relleno de urnas.
Ante este escenario la directiva priísta lo llamó para que diera una explicación y ya enfrente de los mandamases le preguntaron: ¿Qué pasó ahí?
El candidato ganador se rascó la cabeza y sólo dijo: Se nos pasó la mano…
Todo indica que ahora, en pleno 2024, más de 40 años después, al equipo de Sheinbaum y las esferas del poder que la apoyan, parece que les sucedió lo mismo en el manoteo de los votos y el inverosímil saldo que arrojaron los escrutinios.
Sí, se les pasó la mano…
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