Agradecido con Dios por haberme obsequiado un cuerpo que camina conmigo, un cerebro que no deja de trabajar, unos ojos que ven la claridad en la oscuridad y unos oídos valientes que pueden escuchar la verdad; y si con todo ello, no logro sentirme tan afortunado porque aún me sigue ganando la ambición por tener algo más, reconozco con sinceridad, que mi pretensión no es material, o ¿acaso estaré equivocado cuando pido lo que mi espíritu necesita y no se me da? O soy tan simple o demasiado complicado, pero seguramente, no estoy conforme por no sentirme definido para quedar dentro de un todo que pueda aceptarme como soy.

Que me gusta hablar lo reconozco, pero más me gustaría ser escuchado; que cuando callo me dicen que estoy fuera de lugar; que cuando pienso estoy desubicado, y a mí me sigue quedando la duda de saber si estoy en lo correcto, o estoy equivocado.

Si sentirme bien conmigo mismo es la cuestión, quisiera con ello que a nadie le importara, para poder ser feliz tal y como soy. La verdad, sin querer evidenciar una depresión que nunca a cuestas quise llevar, que no tenía por qué ser mía, y que siempre he combatido, porque si de algo estoy seguro, es que Dios me ama así tal y como fue su voluntad, mas, pienso que reprobando mi empeño por no querer aceptar ser feliz siendo lo que no soy, sigo luchando por ser original.

¿Que la vida suele cambiar al hombre? no lo dudo, lo cambia para bien o para mal, pero, no por ello tiene que ser una costumbre el olvidar que podemos quedarnos así, teniendo una y mil ocasiones para volver a empezar, y retomar para sí, aquello, que siendo tan natural de ti, era lo que te daba identidad.

Por el camino he ido dejando cosas buenas que no quería dejar, mi elocuencia, mi buen humor, mi sentido de buena voluntad para obsequiarme a todo aquél que me necesita.

Por el camino, he encontrado de todo, y teniendo la idea de que mi estructura física fue hecha a imagen y semejanza del Creador, hasta ahora no me había percatado que ésta, no estaba conformada de carne y de huesos, hasta ahora comprendí, que lo que había heredado del Señor era su espíritu.

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