Esta vez no ocuparemos de la demanda interpuesta por la señora Yahleel Abdalá Carmona (Presidenta del PRI en Tamaulipas) contra el periodista Fernando Acuña Piñeiro de fecha 3 de abril, en la que reclama una indemnización a título de reparación moral, por comentarios publicados 29 días atrás.
El tema nos da oportunidad para reflexionar sobre los límites que tienen todas las libertades y ejercicios de los derechos, que no podemos perder de vista que nadie puede exponer a terceros al desprecio público o a la reprobación social sin librar una sanción, que va desde la disculpa pública hasta infracciones económicas o privación de la libertad.
En el caso que nos ocupa hay derechos por ambas partes, el de Yahleel a defender su integridad e imagen personal y el del periodista Acuña a expresar en el ejercicio de su profesión sus ideas.
Antes déjeme comentarle que la de la pluma, en diferentes artículos y columnas ha asentado que el principal impedimento de la mujer para hacer carrera política, es la debilidad y falta de dominio sobre sus emociones, y lo he dicho así: “las mujeres que hacen política terminan perdiendo terreno porque se enojan, y entonces tienen dos actitudes o lloran o demandan, con cualquiera de las dos manifestaciones pierden compostura, pierden fortaleza y por tanto respeto como figura pública”.
Como botón de muestra hay un episodio del pasado que vale la pena recordar, tal es el caso del capítulo que protagonizó la actual regidora y presidenta del PRI municipal de Nuevo Laredo Antonia Mónica García Velázquez. Resulta que siendo alcaldesa de ese municipio fronterizo en el sexenio de Manuel Cavazos Lerma, procedió legalmente contra el periódico El Mañana y la señora Ninfa de Anda propietaria del medio de comunicación fue a dar a la cárcel, pero no por mucho tiempo porque pagó la fianza, craso error.
Si la señora Ninfa no hubiera sacado la chequera tan rápido, y por lo menos hubiera pasado ahí una noche, la nota periodística le hubiera dado la vuelta al país, un acto de represión al ejercicio libre del periodismo y hubiera sido incluso un fuerte golpe para el gobernador en turno, dado que eran otras las circunstancias, alcaldesa y mandatario eran del mismo partido y el Jefe del Ejecutivo ya traía algunos resquemores con el medio de comunicación, de tal manera que se operó desde el Palacio de Gobierno para evitar hacer más grande el suceso que ya de por si había saltado a las planas nacionales.
Hoy vivimos en un mundo de libertades, en el que hasta los presidentes de México “aguantan” los memes, las críticas en el Facebook, los twitazos, etc. Basta recordar los que protagonizó Peña Nieto en su ejercicio y hoy también los sufre López Obrador y más atrás Vicente Fox batió records en caricaturas. A Felipe Calderón le pusieron el sello de una tendencia etílica y cierto o no, hasta la fecha es motivo de chistes, claro en su momento la autora de ese señalamiento Carmen Aristegui, salió de la radio por varios años y se refugió en un portal de su propiedad.
No hay político que no salga raspado, lo mismo reciben halagos o reconocimientos que señalamientos, algunos muy severos y no sólo de la prensa, también entre ellos mismos, pero utilizando la difusión de los medios de comunicación.
Seguramente el Presidente López Obrador calificaría de políticos “fifi” a aquellos que fueran “delicaditos”. La realidad es que la política es para gente ruda, el que no quiera ver fantasmas más vale que no salga de noche.
En la contraparte, tenemos que reconocer que en los últimos años con las facilidades que ofrece la tecnología el ciudadano común expresa su malestar y en ocasiones lo hace de manera burda, con lenguaje soez y eso no está regulado. Sin embargo si puede procederse cuando exista una identidad clara y no sea a través de seudónimos porque desde la época de Plutarco Elías Calles existen leyes reguladoras, vigentes, pero desconocidas por la mayor parte de los ciudadanos.
CONTRAPRODUCENTE EL RECLAMO
Retomando el tema que nos ocupa, la realidad es que fue una gran error de la Presidenta del PRI formular esta demanda, porque el escrito periodístico ya había pasado desapercibido, ahora un gran número de personas ha buscado leer la columna Cuadrante Político “Ni las moscas se le pararon al PRI en su cumpleaños”.
Es cierto que el compañero se extralimitó en sus señalamientos con descripciones que estuvieron fuera de lugar, pero no somos nosotros quien calificará las dimensiones de la falta. Un litigio que no sabemos si será rápido o lento, si favorecerá del todo a la señora Abdalá Carmona o de que dimensiones pueda ser la sanción del inculpado.
A nuestro ver, la mejor solución sería la de un intermediario que pacificara las cosas y que ambos (Yahleel y Fernando) pusieran de su parte para fumar la pipa de la paz. Una satisfacción amplia y precisa de la ágil pluma de Fernando Acuña puede ser satisfactoria para ella, y asunto concluido.
Quienes nos dedicamos al género de opinión nos deja un mensaje sobre la importancia de la forma; el fondo puede ser severo, riguroso, pero siempre cuidando el lenguaje y la manera de decir las cosas.
La cuestión es que, sea cual sea el veredicto de la autoridad, a estas alturas la señora Yahleel ya tiene la reprobación de la mayor parte de la clase política tricolor, desde expresidentes del CDE de ese partido hasta gente de su propio equipo.
Otros datos para cuestiones de interpretación: La demanda la realiza a título personal Yahleel Abdalá porque de ser el PRI tendría que ser un trámite del Comité Ejecutivo Nacional porque el Comité Ejecutivo Estatal no tiene personalidad jurídica para hacerlo. Sin embargo encabeza la lista de apoderados legales el abogado Alejandro Torres Mansur, quien es el titular del área jurídica del PRI y el domicilio que se proporciona para recibir notificaciones es el institucional, Boulevard Práxedis Balboa No. 1937 con C.P. 87000.
Los nombres siempre dicen mucho, los otros abogados son Eduardo Félix Ramos, Sergio Adrián Lara Lara, Jorge Luis Pedraza Ahumada y Joel Armando Ruiz Ruiz y el notario que acredita las facultades de los litigantes es el Lic. Diego Armando Villanueva Morales con fíat 222.