Cuando el Pentágono licitó el contrato JEDI en 2018 estaba en juego algo enorme. El proyecto Joint Enterprise Defense Infraestructure, plataforma de información y seguridad para trasladar la información confidencial del Departamento de Defensa a un servicio de nube permanente y encriptado. El sistema debía atender a 3.4 millones de usuarios, para muchos de ellos su vida depende de que éste funcione. En lugar de compartir la responsabilidad entre varias compañías, el Departamento de Defensa decidió un contrato, un proyecto, un proveedor y US$10 mil millones.
Sus Amazon Web Services (AWS) es la mayor plataforma de almacenamiento en la nube, a la que se había confiado datos delicados de millones de clientes, entre ellos la Agencia Central de Inteligencia (la CIA), pero el Departamento de Defensa otorgó el contrato a Microsoft.
Amazon presentó una demanda argumentando que Trump interfirió en el proceso de selección por enemistad con Jeff Bezos, dueño de The Washington Post. Este año AWS genera US$25 mil millones en ventas, ingreso mucho mayor para Amazon que el que obtiene de ventas en todo América del Norte. El contrato JEDI, por US$10 mil millones durante 10 años, es una entrada significativa pero no fundamental. Lo que indigna a Amazon es que la decisión del Pentágono podría aplicarse a contratos similares en el futuro. La empresa esperaba que su colaboración con la CIA le daría ventaja en la licitación del JEDI.
Microsoft, controla 17% del mercado de la nube y está a punto de capitalizarse. Este contrato tiene efecto dominó para el negocio. Se pronostica que serán más de US$1 billón en gastos en la nube en la próxima década.
Los problemas de Bezos comenzaron cuando Trump dijo que había escuchado que había gente infeliz con la forma como se manejó el contrato del Pentágono. Entre esas personas había ejecutivos de Oracle, que presionaban a Trump argumentando que la decisión de otorgar el JEDI a sola compañía era conspiración que crearía un monopolio de la nube. “Estoy recibiendo quejas sobre el contrato con el Pentágono y Amazon; están diciendo que no fue competitivamente licitado”, dijo Trump. “Les pediré que lo revisen para ver lo que está ocurriendo porque he tenido muy pocas cosas de las que he recibido tantas quejas”.
El secretario de Defensa, Mark Esper, indicó que reexaminaría el proceso, aunque se separó cuando se supo que su hijo había trabajado en una compañía que estaba compitiendo, se cree era IBM, la cual, en ese momento, ya había sido eliminada.
En octubre se otorgó el JEDI a Microsoft. Amazon estaba furioso. El mes pasado, la firma presentó apelación en corte federal. Afirma que la decisión del Pentágono no se tomó sobre base a un análisis de capacidades, que fue “resultado de presión inapropiada de Trump, que lanzó ataques públicos y tras bambalinas para desviar el contrato de AWS y dañar al que percibe como enemigo político, Jeff Bezos”. Trump ha dejado clara su aversión por Amazon. Dijo en campaña, que le provocaría problemas a Amazon, y le describió como usuaria de “nuestro sistema postal, chico repartidor (causando pérdidas tremendas para Estados Unidos).
La aversión que Trump siente por el hombre más rico del mundo se debe a que es dueño del The Washington Post, enorme espina clavada en el costado de Reump.
Aunque esa propiedad es una inversión personal de Bezos más que de Amazon, Trump no ve distinción entre ambas compañías y se refiere al diario como “Amazon Washington Post”.
En su demanda, Amazon indica que estas interferencias “destruyeron” la capacidad del Pentágono de ser imparcial en su toma de decisiones.