No tenemos, como period8istas, derecho a difamar, insultar o inventar hechos: nuestra misión, al menos conscientemente, debe ser la de manejar la verdad en los géneros informativos tales como la noticia, la entrevista y algunos otros trabajos periodísticos. En el ámbito opinativo, el periodista OPINA, da su punto de vista de las cosas y de los acontecimientos que, pueden o no ser de acuerdo con el lector que muchas veces reacciona con ofensas, amenazas y hasta asesinatos como ha ocurrido.

Es una profesión apasionante pero difícil, porque no falta quien se siente con la autoridad necesaria para reclamar a su manera, amenazando, empistolando y más, a sabiendas que nuestras autoridades no se dan a respetar y aquí y en casi todo el país cualquiera tiene armas de todo tipo.

Eso lo sabremos los que escribimos, y acabamos de tener la última demostración con la demanda que la señora presidenta del Partido Revolucionario Institucional, de apellido Abdala, ha interpuesto por supuesto daño moral contra el compañero Fernando Acuña Piñeiro, quien, fiel a su estilo, dejó entrever algunos conceptos de forma interpretativa ue seguramente la dirigente política asumió equivocadamente.

Leímos con mucha atención el texto y la verdad es que nos parece que no dijo nada que no conozcamos los tamaulipecos.

De todos es sabido que los políticos son como los chapulines y brincan de cargo en cargo, de partido en partido, de puesto a cargo y viceversa, y eso siempre lo hemos criticado: hemos pedido como ciudadanos que terminen su gestión, cualquiera que sea y donde estén, antes de pensar en otra.

Pero ellos, esa clase social es muy especial: no reportan ingresos y viven como potentados, lo que nos haría suponer que son ajenos a las declaraciones tributarias, que constituye un delito: no tienen declaraciones patrimoniales, pero sí sabemos casi todos la forma en que incrementan sus fortunas, y en el ámbito social y moral, todos sabemos que están con un gobernante hablando maravillas de él y formando parte de su grupo, y en unos minutos están o con otro candidato u otro partido y cambian sus palabras y “vocación política”.

El columnista no conoce a la señora, pero cuando estuvo en campaña hice un comentario que mereció una respuesta suya, bastante amable, por cierto, y la promesa de entrevistarnos, lo que, obviamente, nunca sucedió, menos, después de la vapuleada electoral que sufrió su partido.

Lo que hay que destacar de la señora es que sigue en el partido que le ha dado con o sin merecimientos todo lo que es y tiene políticamente hablando y más, pero lo que hay que criticar son muchas cosas, que el columnista se reserva, so pena de que se encuentre en uno de esos momentos difíciles y opte por otra demanda, ahora por otra causa.

Como Fernando, los periodistas tenemos responsabilidades y debemos asumirlas, pero también es importante, muy importante saber que no estamos solos y que somos un gremio unido pese a los esfuerzos de algunos elementos políticos que han hecho todo por dividirnos.

Para nosotros, no hay “fifís” y de otros: todos somos iguales: unos con más lectores que otros, pero todos somos iguales, y somos de la idea de que el derecho a la información, la libertad de expresión, y, más importante, la libertad de prensa debe garantizarla el estado.,

En ese sentido, podría ser a través del Ejecutivo o del mismo Legislativo que se insista en respetar nuestro derecho a disentir, a diferir en puntos de vista y en poder expresar el descontento ante el embate de una clase política cuya honorabilidad está en duda todos los días.
Y eso lo sabemos todos los tamaulipecos.

Es por eso que es importante, colega y amigo Fernando, que sepas que no estás solo y que habemos otros “Fernandos” en la mira de algunos que se sirven de los partidos y los presupuestos, y los vamos a seguir señalando, como lo haces tú y muchos más. Vamos a dar la batalla.

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