América Latina presenta en 2019 una desaceleración económica sincronizada. 18 de 20 países, excepto Colombia y Guatemala, presentan caída en la tasa de crecimiento de su actividad económica. Se acompaña por baja demanda agregada externa y mercados financieros internacionales frágiles. La desaceleración afecta 2014-19 con caída del PIB per cápita, inversión, consumo per cápita, exportación y sostenido deterioro de la calidad del empleo. En 2019, las economías de América Latina no crecerán. Las proyecciones 2020 no son prometedoras y de continuar así, 2014-20, será el tramo de menor crecimiento económico en últimos 40 años.
Para acelerar el crecimiento se requiere política económica expansiva. El principal desafío es evitar que se estanquen los ámbitos económico y social y preservar los avances en la estabilidad macro financiera y sostenibilidad de la deuda. Por fortuna, la mayoría de los países muestran inflación baja, acceso al mercado financiero y las tasas de interés internacionales están en niveles bajos, lo que permite implementar políticas para estimular la demanda agregada.
El papel de la política fiscal debe ser: estabilización, provisión de bienes públicos y redistribución, para reactivar la economía y reducir desigualdades estructurales, con trayectoria sostenible de la deuda y disponer de gasto público en inversión y en políticas sociales. La sostenibilidad fiscal está ligada al crecimiento económico, la productividad y fortalecimiento del ingreso público a través de mayores bases y cargas tributarias. Esto se logra con progresividad de la estructura tributaria, reduciendo la evasión fiscal (6% del PIB), avanzando en nuevos impuestos en la economía digital, medioambiente y salud pública.
Durante 2019 el mundo crecerá 2.5%, la menor tasa de expansión en una década ante la desaceleración generalizada y de comercios principales, Estados Unidos y China. Latinoamérica está expuesta a menor exportación y a reducción de precio de materias primas. La desaceleración alcanza a Estados Unidos, que crecerá abajo del 2% pese a estar en la fase de expansión más larga de su historia. El comercio mundial se debilita en medio de tensiones comerciales que se han perpetuado. La dinámica de los precios de las materias primas, muestra reducción generalizada de 5% en 2019, y se mantendrá en 2020.
El aumento de deuda mundial impulsada por bajas tasas de interés, es récord, en el segundo trimestre 2019, llegó al 320% del PIB mundial por aumento de deuda. Empeora para exportadores de hidrocarburos y productos mineros, lo que acota el ingreso y las cuentas fiscales de economías exportadoras. Este menor dinamismo se explica por la mayor cantidad de sectores que se contraen (industria manufacturera, construcción y comercio) y se suman al retroceso de la minería en los últimos años. La demanda interna fue baja, cada componente (consumo privado, gasto de gobierno e inversión) presenta tasas de variación anual negativas.
El consumo, público y privado, es componente de la demanda más golpeado ante un ajuste fiscal cuyo objetivo se centra en mantener las cuentas fiscales bajo control, que en potenciar el crecimiento del PIB. En 2019, la debilidad económica provocó deterioro del mercado laboral, que se expresó en el empeoramiento de la tasa de desocupación. 1 millón de personas pasaron al desempleo, el trabajo por cuenta propia creció 3%, y el empleo 1.5%. En México, el salario medio real del empleo registró el mayor aumento desde 2002, por el incremento del salario mínimo.
Para los productos agropecuarios se espera que los precios 2020 sean más bajos. Para metales y minerales, de impacto en algunos países de América del Sur, se espera caída del 2% a consecuencia del menor dinamismo en la actividad de China. El hierro caerá 8% en 2020, el cobre 3% en 2020, lo que se suma a caída del 9% en 2019. Para el petróleo se espera caída 5%, después de caer 11 en 2019.