Así se llamaba aquel viejo y positivo programa que se llevó a cabo , a iniciativa de las autoridades del ISSSTE en los ochentas, y que por instrucciones del C.P. Miguel González Medrano, entonces delegado de la institución se llevó en las oficinas de esta ciudad.
Dos instructoras llegaban a las oficinas del Instituto y, en un acto muy breve, paraban labores y provocaban que los trabajadores tuvieran actividad física por espacio de cinco minutos, tan breves como sustanciosos y positivos en la salud.
Lo que se buscaba era que dejaran de estar sentados, rompiendo ese monótono sedentarismo para lograr que al menos, un pequeño tiempo, el organismo tuviera ese movimiento necesario para mantenerse en una condición, al menos, aceptable.
Y hay quien piensa que este tipo de acciones debe fomentarse y llevarse a la práctica con la seriedad del caso. Imagine el lector que en todas -todas es realmente todas- las dependencias municipales, estatales y federales tuviéramos oportunidad de ofrecer al menos cinco minutos de movilidad, podríamos avanzar mucho en materia de prevención y promoción de la salud.
Porque de todos es sabido que la medicina más efectiva es la preventiva: en ese sentido, justo es reconocer la función de quien desde el sector sanitario lleva a cabo esfuerzos importantes para que tengamos la información necesaria y sepamos qué hacer para que nuestra salud mejore o, al menos, no empeore, porque la actividad física permite una movilidad importante en el organismo, y esto lleva a mejorar irrigación sanguínea, con lo que ello implica y los beneficios naturales.
Y en ese sentido, hay quien piensa que debemos fomentar la creación de grupos de actividad física como medida de colaboración comunitaria para mejorar el estado físico de las personas: nos urge tener actividad, hacer algo más y romper con el sedentarismo que mata, deprime, desespera y propicia muchas enfermedades. Debemos pensar que el ejercicio resulta fundamental, y si no tenemos una idea clara de cómo hacerlo, podemos comenzar con caminar de 15 a 20 minutos al día, y posteriormente buscar a expertos en ejercicios que nos pueden indicar qué ejercicio hacer, con qué frecuencia y el tipo de actividad a desarrollar, conscientes de que no todo el ejercicio es para todos.
Prevención, entonces, es la clave, y eso lo sabe casi todo el mundo, pero es tiempo de inculcarlo en nuestros pequeños, nuestros hijos y todo aquel que se precie de ser promotor de la salud.
Nos llama positivamente la atención ver, por ejemplo, que en el Paseo Pedro José Méndez muchas personas se congregan para caminar o trotar: son más cada día, y ello nos quiere decir que tenemos más conciencia.
Entendamos de una vez que los grandes males del siglo son la obesidad, el sobrepeso y el sedentarismo, y éstos nos están matando lentamente.
No se requiere estar en un club especial o un equipo de alto rendimiento: con salir a caminar 20 minutos al día, hacer estiramientos antes y después de la actividad, tendríamos un incremento significativo en nuestra forma de vida.
Y si a ello agregamos los chequeos periódicos, el visitar al médico y revisar nuestro estado de salud, seguramente prevendríamos muchos padecimientos y conjuraríamos las complicaciones que nos llevan a estados físicos lamentables. Tiempo es de que dediquemos a nuestra salud lo que necesita.
No se puede olvida, obviamente, el hecho de mantener una alimentación adecuada en la medida de nuestras posibilidades y decisión, porque conformaríamos la trilogía ideal de la prevención de la salud, y tendríamos una respuesta mucho más positiva en nuestro organismo.
Es tiempo, entonces, de asesorarnos, de formar grupos para salir a hacer ejercicio y mantener esa pausa necesaria en aras de una mejor salud individual y familiar, porque con ello todos ganamos: la autoridad, la familia, la comunidad y nosotros mismos, que, finalmente, somos los principales beneficiarios.

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