El método de selección de precandidatos y de candidatos por los partidos políticos está viciado desde que se instituyó la partidocracia. El Jefe en turno buscaba dar cara democrática a su real decisión de decidir heredero al trono. Hoy estamos en una etapa de imperialismo contra la que México ha luchado en varias ocasiones para evitar ser vasallos. Ganamos algo de independencia contra el colonialismo externo, sin embargo, somos presas del colonialismo interno como lo fuimos antes de Juárez, y en el período posterior a Juárez y previo a la Revolución.

Una característica de partidos y políticos es que, una vez en el poder su premisa es hacerse de tanto poder como sea posible y no la buena práctica del servicio público y los ciudadanos pasamos a ser olvidados. La partidocracia juega a la democracia y el pueblo se la cree, llegando a pleitos entre familias y cercanos amigos durante las campañas. Fanatismo y pensamiento mágico dominan. En este contexto, democracia es la espera de que quien triunfe en las elecciones transforme en programa de gobierno y política pública lo que prometió en campaña, por ello la partidocracia vive, porque, “la esperanza muere al último”, y millones de mexicanos viven en la irrealidad de la esperanza y en el territorio de lo “que Dios quiera”.

Morena también se mueve por orden del Jefe, ahora fuera de tiempo electoral con libertad, sin sanción en floja precampaña que desinfló a Claudia y a Adán Augusto, lamentable pues sus precandidatos se interesan en tener el favor del Jefe y eluden posicionamientos hacia la sociedad pues podrían perder su visto bueno, lo cual es caer en la desgracia política y vivir eternamente en el rancho del jefe. Claudia se ve sin discurso, floja; sin el soporte del Jefe no es nada. No hay ideas y liderazgo. Fría, distante, falta de pasión, a la espera de mostrar su cara lejos de la democracia y bienestar social. Se ve sumisa, en espera de que le quiten el collar.

Ebrard de inteligencia y de conocimiento de la política, experiencia y personalidad propia, eligió dar pena, Ladró y ladró antes de la precampaña exigiendo “piso parejo”, foros, y finalmente, se supone que, sin la correa al cuello, se agachó para que le colocasen el premio que su amo le negará. El aparente mejor, resultó lacayo sin pudor, dispuesto a lo que sea para lograr la aprobación del Jefe.

Adán Augusto, pariente de López le imita con triste resultado. Sus reuniones y su participación desangelados. Hace lo mismo que cuando gobernador y secretario de Gobernación, ladrar al pueblo, amenazar a las instituciones, aterrorizar a los trabajadores del sector público con reducción de prestaciones porque, “el dinero no alcanza”. Adán Augusto es dócil, obediente, una oveja más del Jefe que manda en todo orden público.