A López Obrador se le eligió presidente en un proceso electoral democrático. Las preferencias se volcaron a su favor derivado de los pronunciamientos certeros de corrupción y crisis económica de los gobiernos surgidos con PRI y PAN.
La mayoría le entregó su voto ante las promesas de erradicar la corrupción, regresar al ejército a los cuarteles, detener el avance del crimen organizado y acabar con su agresión a la sociedad. Resolver crímenes como los 43 de Ayotzinapa; meter a la cárcel a corruptos; no permitir sobreprecios en las obras y contratos que el gobierno realiza; reducir precios de gasolina y energía eléctrica, entre muchas otras.
Se votó para que su actuación presidencial fuese a favor de México no de sus simpatizantes. Para que la democracia que se construía se fortaleciera, no para que se destruyera e impusiera la voluntad de un hombre, de eso se huía en este país mágico. Se votó para representar a México de manera universal, no para rendir culto a líderes que mantienen en esclavitud a sus ciudadanos; tampoco para abrazar a criminales que se ensañan, secuestran, matan y extorsionan con impunidad.
Prometió que llegarían los mejores a los puestos de funcionarios y de elección, en contraste es 90% de lealtad con el líder y 10% de capacidad, el lema de contratación y llave para entrar a una planilla electoral. Se creyó en sus palabras de transparentar la inversión pública y se recibe opacidad en el manejo del presupuesto bajo pretexto de obras estratégicas. El tren Maya carece de calidad estratégica para el país.
En 2018 se esperaba que la deshonestidad en el manejo público fuese exorcizada y expulsada, sin embargo, el multimillonario robo en Segalmex quedó sin investigar al igual que el accidente de la línea 12 del Metro. Ni la directora de ese sistema de transporte colectivo se investigó. Impunidad es la tapa de esa hedionda sepultura. Asimismo, para que los gasolinazos fuesen historia, sin embargo, lo que es historia es la denominación, el aumento de precio del combustible continúa.
Sacar a la pobreza a millones de personas es posible a través de una línea de ingreso mínima de la pensión por trabajo. A quien tenga pensión por debajo de esa línea se le lleva a ese ingreso vía pensión Universal, pero dar dinero por tener 65 años o más es un tiradero. En una familia concurren madres solteras, estudiantes, emprendedores, discapacitados, etc., de modo que se vuelve una enorme fiesta a costo muy alto, el futuro de los mexicanos.
Queda pendiente lo que motivó la contratación por 6 años de López Obrador quien igual que López Portillo desperdició una oportunidad a favor de los mexicanos. ¿Complicado, difícil? A ninguno lo llevaron a fuerza.