La banca recibió golpes fatales: regulación, fintech y cambio generacional.
La regulación financiera, su exponente es Basilea III, busca un sistema financiero sano, fuerte y estable para que no sucedan crisis como la de 2008. El problema es que las limitaciones que imponen a la banca para que sean más seguras, les impide adaptarse a los nuevos tiempos. La regulación no es mala, depende de se enfoca e implementa. Como todo, los excesos son malos y acaba siendo peor el remedio que la enfermedad. Además, la banca se auto impone regulaciones internas de control que limitan aún más su capacidad de actuación.
Las fintech tienen y seguirán teniendo impacto directo en el fin de la banca. Cada día aparece una empresa que se especializa en un producto o servicio de la banca, haciéndolo mejor, más rápido y barato. Las empresas de micro financiación y crowdlending quitan el negocio del crédito a los bancos. Paypal se lleva el proceso de pagos entre los clientes. VISA y Mastercard van copando el negocio de tarjetas de crédito. Los seguros, el brokerage, asesoramiento financiero, depósitos, dónde las estrategias de generación de rendimiento con criptomonedas son alternativa para los depósitos a plazo, están dominados cada vez más la nueva banca digital.
El cambio generacional va unido al cambio en dinámicas de consumo y preferencias de los usuarios, que provocan los cambios. Los bancos lo saben y reaccionan. Tratan de imitar a las fintech, cierran de manera masiva oficinas y las que mantienen las modifican para que la experiencia de usuario sea más dinámica y veloz. Ponen sus esfuerzos en que su oferta de valor se asemeje lo más posible a las nuevas empresas financieras, pero las fintech son empresas pequeñas, ágiles y rápidas, e inteligentes en su ataque a los bancos, no pretenden sustituirlos sino hacer mejor lo que ellos hacen.
Decían que Amazon, Facebook o Google serían bancos por la enorme liquidez que tienen, no serán, pues es negocio es poco rentable y porque no lo necesitan. Todas las empresas de la nueva banca la usan para sus servicios. Usan cuentas corrientes que ya existen y la infraestructura bancaria tradicional para sus productos y servicios sin invertir en replicar esas estructuras y cada vez los necesitan menos.
La cultura empresarial es otro clavo al ataúd de la Banca. Su estructura es anquilosada y obsoleta. Décadas haciendo lo mismo, de la misma forma, complica que los bancos vean otra manera de entregar valor a sus clientes. No significa que sea el fin de los bancos comerciales. No parece realista que todos vayan a ser reemplazados por las Fintech. Ninguna empresa de la nueva banca desea ocuparse del necesario e imprescindible negocio fiduciario: depósito y custodia del dinero de sus clientes. El escenario es coexistencia temporal de ambos modelos al tiempo que la banca tradicional se consolida y se hace más tradicional al quedarse con el negocio más básico y de menor valor añadido para los clientes.