Otra vez, las carreteras de México se han convertido en un campo de batalla pacífico. Campesinos de todo el país, incluidos los de Tamaulipas, hartos de promesas vacías, han bloqueado carreteras para exigir apoyos al campo que les han sido negados. En Tamaulipas, productores agrícolas han cerrado parcialmente tramos como la carretera Victoria-Matamoros, sumándose a un paro nacional que afecta al menos 16 estados.
Y no se trata de un capricho, sino el grito de una región que vive de la tierra, pero que ve sus cosechas pudrirse por falta de precios justos y apoyos reales.
Estos bloqueos no son nuevos; se han vuelto un recurso recurrente ante un abandono que arrastra desde el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Su “Cuarta Transformación” prometió poner al campo en el centro, pero en la práctica fue otra historia. Programas como Procampo desaparecieron, y aunque iniciativas como Sembrando Vida ayudaron a algunos, dejaron fuera a miles de pequeños productores. Desde 2019, los recortes al sector agrícola fueron evidentes, menos dinero para fertilizantes, maquinaria y seguros contra sequías. En Tamaulipas, clave para el sorgo y el maíz, los precios de los granos se desplomaron por la competencia de importaciones baratas de Estados Unidos, amparadas por el T-MEC. Los campesinos vieron sus ingresos afectados año tras año, mientras el gobierno federal priorizaba sus megaproyectos.
Con Claudia Sheinbaum en la presidencia la situación no ha mejorado; al contrario, parece agravarse. El presupuesto federal de 2025 recortó cientos de millones de pesos en apoyos directos al campo, eliminando compromisos como la seguridad social para jornaleros y subsidios para herbicidas. En reuniones con la Secretaría de Agricultura, los líderes campesinos han exigido precios de garantía pero solo reciben promesas y diálogos que no llegan a nada concreto y en Tamaulipas, esto pega duro pues es un estado que depende de la exportación agrícola a través de la frontera.
Los bloqueos de este lunes no solo detienen el tráfico; paralizan el traslado de mercancías, encarecen costos y generan pérdidas millonarias en una economía ya golpeada por la inseguridad y el crimen organizado.
El gobierno de Américo Villarreal ha intentado responder con diálogo constante y apoyos locales, pero lamentablemente estos esfuerzos son insuficientes frente a la magnitud del problema. La Secretaría de Desarrollo Rural estatal ha distribuido recursos pero sin a respuesta directa del gobierno federal esto no ha servido de mucho; los campesinos exigen soluciones reales, no temporales.
Ignorar estas protestas no solo paraliza carreteras; pone en riesgo la soberanía alimentaria de México y la estabilidad de estados fronterizos como el nuestro. El campo no es un lujo, es el sustento de millones. Si no se toman medidas definitivas, el descontento puede escalar a niveles que afecten no solo la economía, sino la gobernabilidad y en lo político, el resentimiento de miles de campesinos podría costarle caro a Morena. Tamaulipas, un bastión de la 4T, podría ver como otros partidos cómo el PAN capitalizan este malestar en las próximas elecciones, ganando terreno en regiones rurales que históricamente han apoyado a Morena.
Los campesinos merecen más que promesas; merece soluciones y es hora de escucharlos
¿No lo cree?
Que Dios los bendiga, gracias.
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