Es el tiempo de distinta apreciación en mi vida, que cuando espero lo que quiero, es infinito, y cuando estoy contigo, se vuelve tan corto como un ratito. Es mi tiempo de un cansancio, que hoy concibo como eterno, porque nunca supe detenerlo para descansar como el cuerpo lo exigía. Y caminé tanto sin saber lo que ocurría, pensando que era la forma más efectiva de terminar cada día, si por ello ha sido considerado pérdida, lo lamento, pero, si fue ganancia, por aquello de vivir la vida, todo, todo lo que encontré a mi paso se sumó a lo que llaman sabiduría.
Mi tiempo y tu tiempo, se encontraron un buen día, y le preguntaron a nuestros jóvenes cuerpos si podían detener su marcha para apreciar aquello que los atraía, para verlo de cerca, estudiarlo, para sentirlo, y saber si en algo nuestras vidas coincidían; y así fue que hicimos una pausa, y nuestro tiempo caminó despacio entre risas y alegrías, todo con la finalidad de conocernos más a fondo, porque lo superficial poco a poco se iba consumiendo al paso de los días.
Aún nuestro tiempo no ha tocado fondo, pero, se ve limitado por aquello que abandonamos en el camino, eso que nos daba la oportunidad de reconocer el motivo que tanto nos unía, el vernos a los ojos, el anhelar los besos y las caricias preámbulo del derroche de energía, que siempre nos daba la esperanza de despertar al nuevo día con las ganas de volver a vernos.
Sin duda, ser madre es una bendición por Dios muy apreciada, y si renuevas los deseos de serlo, cuando ya paso tu tiempo y te habilitas como madre abuela, se significa como la gran dicha de los nietos; pero nunca olvides vida mía, que yo sigo esperando que regreses a mi tiempo, para seguirte amando como el primer día.

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