La Palabra de Dios que se proclama es domingo es un tanto desconcentrarte pero a la vez muy iluminadora.
En el texto del Evangelio, Mc 9, 38 – 43. 45. 47- 48, apare la frase “no son de los nuestros”, es la última expresión del desprecio, el rechazo y la exclusión; es la puerta que se cierra para no dejar las infinitas oportunidades de novedad y cambio a través del otro. Ante ello, Moisés tiene una respuesta un tanto sutil: “¿creen que voy a ponerme celoso”. Jesús en cambio es claro y contundente: “No se lo prohíban”. No importando el modo, las respuestas llevan a lo mismo: la acción del Espíritu no está supeditada a los caprichos del hombre, no tiene límites y es para el bien común: Moisés declara: “Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el Espíritu del Señor”. Y en el texto del Evangelio al que vieron expulsando demonios en nombre de Jesús, corresponde a esta misma categoría de creyentes que, entendiendo el mensaje y haciendo suya la Palabra de Dios, se han atrevido a ir más allá que el resto: “porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí”; Jesús echa por tierra la afirmación de Juan, yendo del “no son de los nuestros” a decir “todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.
A partir del Evangelio un yo colectivo, que rompe con todo individualismo y con todas las formas del egoísmo; el nosotros , representa la experiencia relacional que se da a través del encuentro de dos o más individuos. En otras palabras, es el paso que se da de la conciencia del yo y del otro a la conciencia de comunidad.
Del Evangelio surge un forma de vida que se propone a los seres humanos; quien quiera hacerla suya, no importando raza, religión, género o posición, recibirá el reconocimiento de los seres humanos y de Dios.
Se puede orar con las palabras de la oración de la misa: “Se Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, apresurándonos hacia lo que nos prometes, nos hagas partícipes de los bienes celestiales”