Ya lo había dicho hace algunas semanas el rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, José Andrés Suárez Fernández: hace falta más investigación.
Y no lo dijo por quejarse de la producción científica de la UAT, que, si bien es cierto que no es la más prolífica del mundo, tiene un nivel muy importante: sus investigadores producen mucho material en áreas importantes del sector productivo. Veterinaria, agronomía, biología, nutrición, Ciencias de la salud, derecho, comunicación y otras actividades prioritarias.
Desgraciadamente, los criterios nacionales no favorecen, ni a las ciencias sociales, ni a la investigación en particular: siempre que hay crisis y recortes, los renglones más castigados en suspensión o cancelación de planes y proyectos se encuentran en estos rubros, y se otorga prioridad a la medicina y la producción en térmios generales. Nada más injusto y poco congruente, porque las ciencias sociales aportan un conocimiento muy determinante para nuestro desarrollo.
Pero ahora que se está haciendo un prospecto del gobierno de quien será presidente a partir de fin de año, hay incertidumbre, porque muchos renglones se reclasificarán, y algunos sufrirán recortes mucho muy importantes, que seguramente dejarán sin trabajo a un importante número de personas.
Y bueno, algunos investigadores se encuentran preocupados, porque hay proyectos que dejarán de funcionar de acuerdo a los criterios de quienes dirijan Conacyt y esas instancias que bueno, son los que marcan las directrices, nos gusten o no. Aquí lo importante es que los investigadores de la UAT deberán reinventar los proyectos, aunque no todos, pero sí se necesita saber cuales son las líneas prioritarias.
Suponemos que la explotación del petróleo estará entre las más demandadas, así como las agropecuarias y obviamente las que se refieren al campo de la salud, así que, a buscar nuevas líneas de investigación.
Quienes somos afectados siempre somos los que nos dedicamos a las ciencias sociales, porque para muchos no son prioritarias.
Nos olvidamos a veces de que toda actividad resulta importante en el desarrollo del ser humano, y tenemos que aprender a dar la importancia que tienen, saber explotar el conocimiento y ponerlo en práctica para todos, que es la premisa fundamental del investigador.
Si viera usted las investigaciones que se llevan a cabo en el mundo entero, se asombraría al saber qué cosas tienen financiamientos no únicamente oficiales, sino de empresas y de la iniciativa privada en general.
Es entonces cuando surge esa necesidad de tocar otras puertas, lo que también puede propiciar una fuga de conocimientos, porque, obviamente, quien paga por investigar es propietario de su explotación, y si se trata de empresas extranjeras, obviamente las patentes y esas cosas se irán fuera de nuestras fronteras.
Hemos de reconocer la enorme calidad de investigadores que tiene nuestra máxima casa de estudios en casi todas las disciplinas, y que ha habido un enorme apoyo por parte de la rectoría para desarrollar conocimiento, sin embargo, muchos de esos recursos están ligados a instancias federales, y hay que cubrir una serie de requisitos necesarios para acceder a ese dinero.
A veces no es fácil y el rector seguramente quisiera tener más dinero sin tanto trámite para sus investigadores, pero hay que entender que los lineamientos los impone Conacyt, SEP y otras instancias federales, y hay que ceñirse a ellos, porque de otra forma tendremos que rascarnos con nuestras propias uñas, lo que no nos deja gran margen de acción.
Tenemos mucha fe en los investigadores tamaulipecos, hay talento y vocación investigadora: hay buenos directivos en ese sentido y buenas intenciones, por lo que hay que motivar que siga habiendo ese tipo de apoyos, porque los resultados hablan por sí mismos, y porque tenemos a la mano siempre conocimiento nuevo, y lo más importante es que es generado por nuestra propia gente.
Ojalá echen mano de más de esta gente tan valiosa que tenemos, porque si no, estaríamos desperdiciando muchos, pero muchos recursos humanos.
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