Se equivocan quienes piensan que al derogar López Obrador la reforma educativa, cesarán en el país como por arte de magia los bloqueos, las marchas, las tomas de oficinas y los ataques delictivos del ala radical del magisterio.
Seré más preciso:
Si la referencia es para la Coordinadora de Trabajadores de la Educación, conocida como CNTE, se equivocan de punta a punta.
Los desmanes, abusos, negligencia con los alumnos y valemadrismo hacia la sociedad de esos sedicentes mentores, no nacieron con esa reforma. No, que va.
Desde el primer día, en la década de los ochenta –están a punto de cumplir 40 años de vida– ese ha sido su modus operandi.
Lance una ojeada al pasado para comprobarlo.
Vieron la luz en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari cuando se descentralizó la educación pública. El gobierno de Oaxaca que encabezaba entonces Heladio Ramírez les dio manga ancha para hacer a un lado al SNTE, lo cual en los hechos le dio a la Coordinadora una pavorosa facultad: cogobernar a esa Entidad. De ahí al presente, se han llenado miles de páginas con las historias de los salvajismos y depredacionesde esa organización.
Y sí, tienen razón quienes resalten que al promulgarse la reforma en 2013, esos aparentes mentores acentuaron las confrontaciones. Pero lo hicieron para no perder sus privilegios, amenazados por la evaluación académica, los despidos por ausentismo y el corte de la línea directa al dinero público. No inventaron en ese momento los ataques, sólo los recrudecieron.
¿Menguará en algo esa belicosidad el acabar de tajo con la esperanza de una mejor educación al eliminar la reforma?
Temo que no. Más aún: estoy seguro que no será así.
Y le diré el porqué de esta percepción.
En la CNTE nunca se ha registrado una evolución. Nacieron violentos y seguirán violentos sabrá el Diablo hasta cuándo, porque no conocen otra forma de conseguir sus objetivos facciosos. Es su esencia.
En ese contexto, de mucho le valdría al gobierno federal, específicamente al Presidente de la República, recordar una vieja parábola que no por añeja es menos aleccionadora. Si me permite la referiré.
En la margen de un arroyuelo se encontraban, a una distancia respetable una del otro, una rana y un escorpión.
El arácnido quería cruzar el cuerpo de agua, pero sabía que en forma irremediable se ahogaría porque no estaba dotado para mantenerse a flote. La única manera era recibir ayuda de la rana.
Tomó valor el escorpión y le propuso al anfibio que lo llevara en su lomo a la otra orilla, a lo cual éste se negó argumentando que el primero la atacaría en cuanto estuvieran cerca.
El escorpión le dijo de manera convincente que no había peligro de eso porque de hacerlo la rana moriría y él también. ¿Cómo voy a querer ahogarme?, apuntó.
El batracio aceptó el razonamiento y permitió al escorpión subir a su lomo. Se internó en el arroyo con él a cuestas y cuando llegaban a la mitad del mismo, el arácnido le clavó su aguijón sin miramientos.
Agonizante y flotando aún, la rana cuestionó a su malogrado pasajero: ¿Por qué me picaste si tú también morirás?
El ponzoñoso animal respondió: Lo lamento, tienes razón, ambos moriremos, ¿pero qué puedo hacer?… es mi naturaleza.
Podría aplicarse esta historia en el caso de la CNTE y el gobierno federal. Lo único que queda por precisar en esa tormentosa relación, es cuándo el venenoso bicho –la CNTE– les clavará su lanceta.
Más temprano que tarde, lo sabremos…
LA FRASE DEL DÍA
“Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores…”
Alfonso X, El Sabio
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