El mundo está bajo amenaza, discriminación, egoísmo, egocentrismo, intolerancia, guerra a quien esté en desacuerdo conmigo; la divisa es poder y dinero desde siempre. La etapa llamada “milagro mexicano” derivada del crecimiento económico de 6% anual por décadas y crecimiento demográfico de 2% está en el olvido, una realidad que hombres con vocación social, dedicación, honestidad, voluntad y aplomo durante generaciones, crearon una manera de vida digna con bienestar.
La fantasía que domina a miles de millones de individuos es obtener dinero fácil y rápido; poder, para sojuzgar al ser humano y no tener contacto con sus esclavos. Deshumanización y poder, son la realidad creada.
La visión por vivir en un planeta sano, al cual pertenecemos y compartimos con las demás especies, desapareció. La pesca excesiva, la sobre explotación de la tierra; la destrucción de ecosistemas; el impacto negativo en la estabilidad del clima, la acidificación de océanos, contaminación por productos químicos; la manipulación genética de los alimentos; todo afecta de manera negativa la conservación y el uso sostenible de los bancos de reserva de alimentos. Se destruye la protección del planeta y de las especies que la poblamos.
Cualquier ciudadano corre peligro en la medida en que nadie respeta a nadie. Cada cual vive a su manera sin respeto y límites que la libertad exige para vivir en armonía, otro valor perdido es la vida humana, se volvió mercado, de parámetro económico para comprar y vender; para alquilar y esclavizar. El dios es el dinero; lo demás está a su servicio. Que el número de niños desnutridos en el mundo aumente, se conoce, pero no importa, tragedia es que caiga la Bolsa de Valores y los financieros pierdan dinero. Década a década el ser humano se degrada por mostrar menor compromiso que involucre u obligue a responsabilidad, a respetar y a ser honestos.
El colectivo social es depredar, gozar al máximo con el menor compromiso, tener todo con menor esfuerzo. Los derechos humanos y las libertades fundamentales no se respetan y las personas se tratan como mero interés. Abandonar el diálogo es una manera de matar a la sociedad, al predominar la voz que ordena y decide sin escuchar el derecho de terceras personas.
Un programa de transformación debe reconocer la igualdad de los seres humanos como motor de cambio social, dando lugar a políticas reales de aplicación y de respeto a los derechos humanos y sociales para convertir un territorio en nación con soberanía y marco jurídico vigente al cual los ciudadanos se someten para vivir en concordia.
Cada ser humano tiene que mostrar actitudes solidarias, pacíficas, humildes, atender con preferencia a quien no se le deja hablar, o se le deja, pero no se le escucha. Hemos creado tecnología de avanzada, con ella mucho adiestramiento, mucho talento, que se desperdicia, excepto por dinero de por medio; se perdió la atención social como sostén del desarrollo humano colectivo. No somos capaces de abrirnos a la dimensión transcendente de una vida en común y de esta manera, no somos capaces de avanzar en nuestra propia identidad humana, de amor y defensa de unos para con otros y de otros para con unos.

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