Es innegable que en el país, por culpa de algunos ex gobernadores, funcionarios y “empresarios”, a Tamaulipas se le reconoce como líder en corrupción e impunidad.
Duele, sí, pero es indiscutible nuestro liderazgo.
¿Qué sigue? ¿Qué tenemos que hacer los tamaulipecos además de indignarnos de los escándalos de procesos penales que rodean a Yarrington, a Hernández y a sus respectivos prestanombres? ¿Cómo podemos contribuir a que no se vuelva a repetir nuestra penosa historia? Lo dividiría en dos:
1) Estar pendientes del estado que guarda el proceso legislativo para la implementación del Sistema Local Anticorrupción (que por cierto, hay que decirlo, hasta hoy luce bien hecho), y exigir que en lo subsecuente, dicha plataforma local respete el marco de equivalencia legal diseñado en el Sistema Nacional Anticorrupción: nuestros legisladores no pueden inventar.
2) Participar activamente en la conformación del Comité Ciudadano de Selección (éste Comité, de nueve miembros independientes, elegirá a los cinco integrantes del Comité de Participación Ciudadana, que jugará un papel fundamental en el combate efectivo a la corrupción en Tamaulipas, pues vigilará que el Fiscal Anticorrupción, Jueces y Magistrados, Auditor Superior del Estado, etcétera, cumplan con su función).
Como puede ver, estimado lector, el segundo punto es aún más importante que el primero, porque aunque el Congreso haga un trabajo pulcro al terminar de armonizar las leyes anticorrupción para nuestro Estado, si el Comité de Selección no se integra con ciudadanos de ejemplar reputación y valientes, se correría el riesgo de que nuestra indignación social termine solo en una indignación de pláticas de sobremesa –como lamentablemente ha sido siempre-, en vez de que se traduzca en esfuerzos de participación ciudadana efectiva e inteligente.
Y es que, todos nuestros ojos deben estar ya, sobre quiénes pueden ser sujetos de representar cabalmente los intereses de la ciudadanía en dicho Comité de Selección, pues sin el ánimo de ser pesimista más sí realista: si no se integra bien este Comité Ciudadano inicial, nuestro Sistema Local probablemente fracasaría, porque una conformación “a modo” representaría el comienzo de una cadena de simulación. Ahí está el reto.
De acuerdo a un calendario preliminar que dio a conocer el Presidente del Congreso, el 1 de junio el Poder Legislativo emitirá la convocatoria pública para que, a partir de ahí, en un máximo de diez días naturales, tanto Universidades como Organismos de la Sociedad Civil, hagamos las propuestas de los ciudadanos -que con una hoja de vida limpia- empiecen a hacer la diferencia en el tema anticorrupción por primera vez en la historia de Tamaulipas.
Y aunque seguro estoy de que no necesitan más información para animarse a participar, va un dato: Según los números más conservadores, entre el 8 y el 10% del Producto Interno Bruto de México se destina de alguna manera a pagos relacionados con la corrupción; entonces, haciendo la cuenta, sentados en la base de que aspiramos a crecer por año el 2% del PIB, prácticamente estamos hablando que lo que se va en un año en manos de la corrupción, es equivalente al crecimiento de este país por cuatro años.
En serio, es la participación ciudadana real, la que marcará la diferencia en el éxito o fracaso de los Sistemas Locales, y por el vergonzoso liderazgo que tenemos en corrupción, más nos vale que en Tamaulipas tengamos uno a la altura.
Del grado de nuestra exigencia social dependerá el nivel de este gobierno, y de los que vengan.