El gobierno de la Cuarta Transformación acabaría con los males que impiden ser nación, pero terminó atado a los mismos corruptos poderes que el PRI/PAN. López Obrador cuando el ciudadano agotó toda alternativa con una promesa, no romper el orden instituciona y sería el presidente de todos, lo que México sigue necesitando.

De un líder que ataque grupos e intereses que mantienen la desigualdad, exigencia social de más de 60 años. Luego de Salinas, se exigía no alterar el orden político y público. Brotaron grupos políticos, sindicales, empresariales y crimen organizado, cuidando su coto. Se requiere un líder hábil para transformar fuerzas de dominio de para hacer llegar recursos y capacidades de la sociedad dominada y controlada por caciques y criminales, dentro y fuera del gobierno.

López pudo ser reformador, sin vínculos, cumple lo que dice, pero, su ego velado por aparente humildad ganó y el presidente abrazó esos grupos en su estrategia de culto a la personalidad y concentración de poder. Su mayor efecto, polarizar la sociedad para coronar su plan concentrador de poder, dictadura no vista en 50 años.

Se dedicó a crear popularidad sin condiciones para crecimiento económico, atacó su promesa máxima de “primero los pobres”, por su negativa a mejorar la educación y destruir el sistema de salud. La mediocridad se ve, así sea popular. México, polo de atención internacional por su postura neutral y política exterior atinada y realizar reformas económicas, en especial la manufactura, base exportadora que, con la inversión extranjera, sostiene la economía del país, está en la mediocridad.

La Hora 25: En México reinan la incertidumbre respecto a reglas del juego, inseguridad y caída de inversión en infraestructura y ataque sistemático a los que son indispensables para el desarrollo del país provocó la caída del crecimiento económico y la salida de inversionistas y, con ellos, oportunidades de crecimiento a través de empleo.

Se acerca el final de un sexenio que sepultó oportunidades de crecimiento, busca matar la democracia y dominar desde el trono Ejecutivo. En seis años México pasó de una democracia en crecimiento a dictadura. En 2026 estaremos con las bases del absolutismo cimentadas y el tren avanzando en esos rieles.