La crisis financiera mundial genera desequilibrio entre las economías industriales y las emergentes. Las primeras empujan a la baja las tasas de interés; las segundas aumentan las tasas de interés creando un acarreo de divisas. Surge vulnerabilidad cuando hay salida súbita de estos capitales o por los altos costos de protección por acumular reservas lo que tiene alto costo a México, 1.8% del PIB. México y otros países sufren estas presiones. Brasil, Chile, Colombia, Perú, India, Corea, Tailandia, la diferencia entre México y los demás es que México no considera necesario intervenir para fortalecer su moneda, como sí lo hacen otros países.

México considera la apreciación del peso un factor negativo para la economía, por lo que no es necesario recurrir a controles (medidas de gestión del tipo de cambio) y asegura que el sistema financiero nacional está blindado contra la súbita salida de capital por la acumulación de reserva internacional y la contratación de una Línea de Crédito Flexible (LCF) con el Fondo Monetario Internacional. Pero la libre movilidad de capitales que permite México, es negativa para el bienestar por el alto costo que se paga por acumular reserva internacional y el encarecimiento del costo de vida por la depreciación del peso y la consecuente inflación que propicia. El Gobierno decide que sean los mexicanos quienes absorban de manera directa el daño económico al seguir la política del Fondo Monetario. Le contrata una línea de crédito por la cual se paga interés y al depreciarse el peso, los inversores extranjeros y nacionales obtienen ganancia a costa de la economía nacional.

El enfoque neoliberal favorece al mercado de crédito especulativo, de corto plazo, que persigue maximizar ganancias, de esta manera el tipo de cambio responde a variaciones en la entrada y salida de capital más que a variaciones en la balanza comercial. Se está expuesto a variaciones por acciones de inversión de cartera, en consecuencia el tipo de cambio se vuelve volátil por condiciones impuestas por operadores financieros. Se trata de una política de traición a México por sumisión a intereses de los dueños del valor supremo de este mundo, el dinero.

Cuando un tipo de cambio está sobrevaluado, en moneda nacional los productos extranjeros resultan más baratos que los productos nacionales, lo cual incentiva la compra en el exterior. Cuando un tipo de cambio está subvaluado, la moneda local pierde poder adquisitivo respecto de la extranjera, los productos extranjeros se vuelven más costosos que los nacionales, lo que estimula el crecimiento de las exportaciones. México es uno de los países más exportadores aún mientras vivía un cambio e4structural al dejar de exportar productos del sector agropecuario para exportar manufacturas. El mercado muestra que en la etapa de apreciación cambiaria entre 2009 y 2012, en la cual el peso recuperó terreno frente al dólar, las exportaciones mexicanas crecieron 75% y las importaciones, 66%. Un peso sobrevaluado no afectó de manera negativa la exportación mexicana.

El acarreo de divisas a México es producto del atractivo rendimiento que pagan los instrumentos de deuda gubernamental. El diferencial que existe entre las tasas de interés de bonos de gobierno mexicanos y la tasa de interés de bonos del Tesoro norteamericano es el factor del flujo de capital especulativo. Para atraer capital inversor extranjero y nacional, el Estado Mexicano paga mayor tasa de interés que otros países; vende de manera temporal su deuda a inversionistas.

La estrategia de blindar la economía se inició en 2009. El Banco de México obtuvo del Fondo Monetario Internacional una Línea de Crédito Flexible (LCF) por 47 mil millones de dólares que renovó en 2010 al considerar que generó confianza en el mercado financiero. En 2011 creció a 72 mil millones de dólares en respuesta a incertidumbre en la actividad económica internacional. En 2014 la reserva es 196 mil millones de dólares, más la línea de crédito, total un blindaje 270 mil millones.

El asunto es que tiene costo alto, poco transparente. El Estado Mexicano asegura que la economía está blindada para mitigar el golpe por fuga de capitales, pero no menciona los costos que implica esta estrategia ni reconoce que en diez años de blindaje el Peso pasó de 9 por dólar a 20 pesos por dólar, estrategia de traición por el Estado Mexicano por la cual el Fondo Monetario Internacional cobra caro y que no genera beneficio para la economía mexicana.