En 2020 la pandemia COVID-19 tuvo efecto negativo en la inversión de las empresas transnacionales. A América Latina ingresó 105,480 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED), 56 mil millones de dólares menos que en 2019. En 2020 se alcanzó el valor más bajo de la última década, y el descenso interanual es comparable a 2009, cuando la entrada se redujo 37%, por la crisis financiera internacional.

La inversión en servicios cayó 11%. La mitad de las entradas de IED en 2020 se dirigió a manufacturas. En 2020, las fusiones y adquisiciones transfronterizas, que habían caído en 2019 se redujeron 21% en valor y totalizaron 26 mil millones de dólares, como en 2009. La cantidad de acuerdos va a la baja desde 2015, y en 2020, tras una caída del 29%, llegó al mínimo desde 2005.

La crisis provocada por la pandemia pegó en nuevas inversiones. En 2020, los anuncios de proyectos cayeron 45% respecto a 2019, primera vez que una crisis mundial tiene consecuencias en la cantidad de anuncios de proyectos de inversión. Con la crisis financiera 2008, en 2009 la entrada de IED y fusiones y adquisiciones se contrajo y se recuperó en 2010. La cantidad de anuncios de proyectos no se redujo y el monto, cayó 13% y se mantuvo encima de 100 mil millones de dólares.

El panorama de la IED es complejo. La ONU sobre Comercio y Desarrollo indica incremento de 10% a 15%. La IED mundial será 25% menor que los 1,5 billones de dólares en 2019.  La magnitud y características de la recuperación dependerán de la posibilidad de recaídas por la pandemia y el efecto en la IED de los programas de estímulo económico implementados por los países, las estrategias de las empresas transnacionales en la búsqueda de mayor resiliencia de sus modelos negocios y cadenas globales de suministro.

La recuperación económica será parcial y debido a los mejores precios de materias primas y al aumento de demanda, varios países reprimarizan su economía como opción para crecimiento, retomando un modelo económico que no ha sido capaz de garantizar aumento sostenido del PIB y de la productividad. Esta situación exige un proceso de transformación en política pública.  CEPAL identifica 8 sectores: transición a energías renovables, la electro movilidad sostenible en las ciudades, revolución digital inclusiva, industria manufacturera de la salud, bioeconomía, economía del cuidado, economía circular y turismo sostenible.

Es necesario que la IED se canalice a actividades de productividad, innovación y tecnología y que contribuyan al desarrollo de los sectores mencionados. Los países deben poner en marcha planes de reactivación y transformación de la producción. Gobiernos y sector privado usar sus capacidades para que la política de atracción de capitales extranjeros sea parte de la política industrial como instrumento de transformación de la estructura productiva.