Bien decía don Adolfo Ruiz Cortines, cada mexicano tiene metido los dedos en la bolsa trasera del mexicano que está adelante de él. La visión chilanga para fregar es infinita. Hace poco tiempo se remodeló en la ciudad de México un hospital del ISSSTE. El acceso se colocó en la banqueta a cargo de la vigilancia de un guardia. El visitante recorre decenas de metros, llega a una explanada y a las escaleras y ascensores. Una mañana, una persona se sienta detrás de una mesa pequeña que mostraba números en cartoncitos, como en los sitios de paqueterías en las tiendas comerciales y pedía a los visitantes que dejasen su celular para ingresar al hospital y les entregaba el número correspondiente, al pie de escaleras y ascensores. Casi a mediodía, decenas de furiosas personas exigían al administrador y autoridades el hospital, su celular. Ninguna autoridad del hospital detectó a la persona que en unas cuantas horas, de manera simple, robó decenas de equipos en el interior del nosocomio. Esta es la típica actitud que en provincia nos forjaron de un chilango. Por supuesto, no todos los chilangos son así de largos; no todos los mexicanos lo son, sin embargo donde quiera que haya recurso económico para repartir, aparecen. Serán como los búlgaros, que les echan leche por la noche, y para la mañana ya se reprodujeron.

En México, más de la mitad de la población vive en situación de indefensión en su calidad de vida, sea salud, vivienda, empleo, propiedad, seguridad. Una catástrofe como los sismos o graves inundaciones provocadas por huracanes arrancan a quienes afectan sus únicas propiedades y les dejan prácticamente en la calle. La cultura del aseguramiento de la salud, de la vida o de las propiedades se ve afectada por el monto del ingreso en el hogar, por la corrupción y la impunidad que convierten más seguro y efectivo un vehículo norteamericano que no paga ningún derecho y que en caso de estar envuelto en un accidente pues se abandona que el vehículo asegurado que exige trámites legales y lo más difícil, vencer a las mafias que se han desarrollado al interior del negocio de calificar los daños y la reparación de los autos.

Por ejemplo, en Oaxaca y Chiapas dio inicio el proceso de reconstrucción con dinero del Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden) a través de una tarjeta de débito de Bansefi. Los afectados gozan de recursos para reconstruir o adquirir una vivienda reconstruida, y en complemento podrán tener acceso a crédito complementario para quienes lo requieran, en condición preferencial. El daño es tan inmenso y extendido especialmente en Juchitán que considero no hay oportunidad para medrar por los afectados, quien sabe por los intermediarios.

Para las obras de reconstrucción en la Ciudad de México existe un programa que desplegarán los gobiernos Federal y el capitalino de financiamiento preferencial a través de la banca de desarrollo para adquisición, reconstrucción o reparación de viviendas. Se creará un fondo de reconstrucción. Por cada peso que aporten el gobierno federal y de la Ciudad de México, se potenciará en cinco veces para otorgar créditos hipotecarios a las personas afectadas a plazos de 20 años, a tasa de interés fija de 9%. Las personas pagarán los intereses de sus créditos. El capital se pagará con el capital aportado por el gobierno y la Ciudad de México.

El apoyo económico para alquiler que la Ciudad de México otorgó a damnificados del sismo fue aprovechado por personas que no tuvieron daños en su casa o inventaron un domicilio, de acuerdo a la revisión que la administración de la Ciudad de México hizo de la entrega de 16 mil cheques por $3 mil cada uno. Encontró inconsistencias en 20% de los casos. La Contraloría, responsable del seguimiento, encontró que de 4 mil 909 cheques, mil se entregaron a falsos damnificados o se dieron dos veces a la misma persona. Falta verificar el destino de 11 mil cheques.

De los más de mil casos de supuestos afectados, en 761 casos la vivienda no tenía daño; en 199, dieron domicilio no localizado; en 25, solicitaron dos ayudas en la misma dirección, en 12 casos son inmuebles con uso de bodega y 12 más, predios en construcción. No habrá más entrega a las personas que dieron datos equivocados o de manera dolosa. Se establecerá el registro en un formato, en el que se validan los datos y se autoriza el folio a través de brigadistas, quienes recorrerán los puntos afectados o campamentos de damnificados para verificar la información.