Quienes tenemos necesidades farmacológicas, de medicinas en forma permanente, sabemos lo que leemos y lo que sucede. También, quien tiene la desgracia de sufrir una infección severa y ser víctima del surtimiento de una o dos recetas de antibióticos que hoy en día son tan caros como el dólar o el euro europeo.
En una demostración de desvergüenza total, de canallez y de falta de honorabilidad, los integrantes de la boyante industria farmacéutica se convierten probablemente en los que más ganan dinero en todo el mundo, inclusive más que los cárteles y los servidores públicos que en seis años resuelven la situación económica de ellos, sus hijos y una o dos generaciones más.
En ese sentido, el ejemplo que hace unas semanas manejamos sobre la insulina Ryzodeg, una de las mejores y más actuales, que realmente está salvando vidas de personas con diabetes sin que importe mucho a los que las distribuyen.
En diciembre pasado tuvimos necesidad de comprar de esta insulina, ya que no está en el cuadro básico de ninguna institución oficial, y su costo oscilaba alrededor de los mil 600 pesos; para enero, costaba sobre dos mil, y el mes pasado pagamos 2 mil 700 pesos por la caja de cinco plumas de insulina, es eecir,casi el doble en cuatro meses, lo que nos pone en desventaja ante el avance de una enfermedad tan desestabilizante como es la diabetes.
Y la autoridad mexicana, como si nada.
No tenemos acceso a muchas medicinas porque los requisitos del llamado cuadro básico resumen que no es factible o no se requiere: nos quieren seguir atendiendo con tres tipos de insulina, cuando hay más d 7 en el mercado, y por alguna razón existen, no es precisamente por moda o porque somos más “cool” al usar una de las que no se encuentran en el cuadro.
Se olvida la autoridad que los que queremos vivir en un buen estado sanitario queremos lo mejor y hacemos el sacrificio, pero llega un momento en que ya no podemos: no hay salario que alcance, menos, cuando hemos sido sujetos a recortes de toda índole por parte de instancias que no supieron entender las necesidades de la gente de la región, y por el incremento desmedido del precio de las medicinas.
No se puede, literalmente, hacer frente a estas enfermedades crónicas: no hay forma en que los salarios alcancen a cubrir nuestras necesidades, y entendemos que hay normatividad existente que debe aplicarse, pero insistimos en que los encargados de normar el Cuadro Básico de Medicamentos, y esos que dicen representarnos y que cobran como diputados y senadores deberían salir a la farmacia a ver cuánto cuesta una caja de insulina, una caja de tiras reactivas y de lancetas, por citar lo de una sola enfermedad.
¿No tienen temor de ver cómo se muere la gente de su país? Es realmente admirable la desfachatez con que se manejan quienes deciden, porque a ellos les autorizan cualquier compra de medicamentos fuera del cuadro.
¿Y los demás? Bien, gracias, que nos muramos cuando nos toque.
Urge una política en el país que regule los precios de las medicinas y que éstas no se encuentren como el dólar o el euro: que haya congruencia con los costos y el poder adquisitivo de la gente. Estamos jugando con la salud de todos, y eso es inhumano, es un crimen de lesa humanidad, es una barbaridad que se comete todos los días.
Los estados no pueden hacer nada porque las normas vienen de oficinas centrales en la mal llamada Ciudad de México, y éstos, los encargados, están ás preocupados por las elecciones y su patrimonio que en presentar un cuadro básico congruente a las necesidades de hoy en día.
Es importante que quienes e ostentan como candidatos tuvieran una iniciativa en favor de los medicamentos tan caros para tanta enfermedad que nos está matando.
Pero siguen con sus incongruencias y hablando de bajas en la gasolina y peleando como chiquitos entre partidos… Deleznable, sin duda alguna.
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