La parte evolutiva de nuestra historia nos revela que el mundo está formado por ciclos que, al cumplir con su misión, facilitan el paso a la siguiente etapa que no necesariamente es igual o mejor a la anterior. Así, valga como ejemplo tenemos que el Universo está sujeto a leyes cíclicas que son inalienables. El cuerpo humano tiene periodos que debe cumplir para su desarrollo y que son esenciales. De igual manera, el cerebro tiene ciclos de aprendizaje que nos revela la maduración emocional del ser humano. También, nuestro sol tiene un periodo de vida de aproximadamente 10 mil millones de años y concluye precisamente para que sus restos den paso a la formación de nuevas estrellas. Los ciclos de la vida y de nuestro entorno, son periodos de tiempo los cuales es necesario recorrer para obtener un mayor aprendizaje; o bien para dar paso a nuevas formas de existencia. En definitiva, son parte de nuestro crecimiento biológico, emocional, y físico, en concordancia con las leyes del universo.

Lo mismo sucede en la historia política, donde podemos apreciar que cada sistema de gobierno tiene su propia manera de conducir una nación. El péndulo cronológico va posicionando y calificando cada etapa según el resultado que se obtenga, ya sea errónea, mediocre o acertada. La actitud del dirigente cuanto toma el control de una nación, es el indicador preciso que nos garantiza cuando las cosas serán fructíferas o adversas, según sea el liderazgo.

Pues bien, sobre lo expuesto, describiré brevemente algunas de las recomendaciones que escribió Marco Tulio Cicerón (106 a. C- 46 a. C.) sobre los ideales que deben prevalecer en un gobierno justo. Cicerón fue filósofo, estudioso de la retórica, abogado, gran estadística, quien debido a su capacidad intelectual sobre los temas de Estado fue escalando y ascendiendo varios espacios públicos hasta llegar al cargo de Cónsul, uno de los cargos más altos de toda la república. No obstante, a Cicerón le toco vivir una época complicada, Roma estaba pasando por un momento difícil, la república y el gobierno constitucional se estaba debilitando, los grupos políticos divididos, la economía estancada, el desempleo era una amenaza para la estabilidad social, y las instituciones republicanas estaban siendo embestidas. Ante esto, como gran escritor y tenaz estudioso de la política, comenzó a relatar las principales cualidades que debía tener un sistema de gobierno para lograr el bienestar de los ciudadanos. Sus ensayos fueron abundantes y sobre todo de gran contenido ético. Aun cuando su influencia política estaba en descenso, por su defensa de la república, en sus escritos se advierte la firme necesidad de describir “el mejor régimen de gobierno” y “como debería de conducirse un dirigente”.

En uno de sus apuntes, Cicerón refiere sobre las cualidades esenciales de un sistema político; y considera que es aquel que combina de manera equilibrada las tres clases de gobierno. Es donde el Ejecutivo, si bien, con atribuciones sobresalientes propias de su mando, sin embargo, respeta en toda ocasión las leyes e instituciones. Si esto no sucede así, entonces, señala: “el Rey degenera en déspota, la aristocracia en facción y la democracia en turba y rebelión”. En el mismo sentido, Aristóteles decía que “la monarquía se tornaba en dictadura, la aristocracia en oligarquía y la democracia en demagogia”.

Cicerón también alude a las cualidades que debe tener un dirigente y nos narra algunas reflexiones a mi parecer importantes y aplicables a nuestra época actual. Mencionaba que “el encargo que se le ha conferido al dirigente de una nación era sumamente abrumador”, pues conlleva a un enjambre de responsabilidades, las cuales deben cumplirse con “fortaleza y moderación”, afirmaba que “el buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria, un poder que pretenda hacerse superior a las leyes”. Las contrariedades, también decía, se han presentado hasta en los más sabios, es semejante a lo que ocurre con el timonel en medio de una tempestad violenta, aun cuando no siempre se logra superar, es necesario gozar de fortaleza y convicciones, pues el que tiene esta cualidad y no baja la guardia, puede hasta disfrutar la travesía.

A pesar de sus insistentes advertencias y la lucha constante que llevó a cabo sobre el estado ideal, Cicerón fracaso en su intento para salvar la República Romana que tanto defendió, pues ésta fue sustituida por un gobierno imperial en manos de Octavio quien tras darse el título “Imperator” y de “Augustus” se hace conceder por el pueblo y por el senado todos los mandos y poderes para gobernar como único señor. De cualquier forma, lo que hace tantos años escribió Cicerón, es el soporte de lo que todavía anhelamos y queremos preservar en nuestro sistema político.

Esto es, aspirar en conservar y mejorar un país Republicano, Demócrata y Federal, donde nuestros derechos fundamentales estén firmemente plasmados en nuestra constitución general; y, que además, continúen siendo, inalienables, inviolables e irrenunciables. Estamos convencidos que México hace uso de su democracia por medio de los poderes de la unión y que el respeto en torno a estos es decisivo para mantener el equilibrio en nuestro país. De igual forma, es nuestro deseo que quien nos gobierne tenga carácter, fortaleza y la capacidad de resolución, en suma, que tenga sentido común y compromiso con los más altos ideales democráticos. Por eso, es importante recordar en todo momento que:

“La aspiración democrática no es una simple fase reciente de la historia humana. Es la historia humana”. Marco Tulio Cicerón.