Hace días fue llamado a dar un informe el auditor Jorge Espino ante la comisión de vigilancia de la ASE, en el congreso del estado, y nos llamó mucho la atención a miles de tamaulipecos que el auditor no encontrara irregularidades en las cuentas públicas de Victoria y otros municipios del estado, cuando es evidente los malos manejos del dinero público de la pasada administración municipal. Recordemos que, en 2017, con 30 votos a favor se eligió al Ing. Espino como auditor superior del estado, solo el exdiputado Alejandro Etienne Llano expresó su descontento por la elección del nuevo auditor, exponiendo que fue una imposición del PAN, solo por ser mayoría en el legislativo.
¿Por qué tratar de defender a rajatabla a los corruptos?, si la ASF encontró muchas irregularidades en las cuentas de la pasada administración municipal local, ¿Por qué la ASE se hace de la vista gorda? En fin, considero que lo más lacerante de esta situación, no es que se exhiba la inoperancia de las instituciones estatales, o el autoritarismo del estado (por cierto, por muchas administraciones ha estado presente en nuestro estado, no son solo los años recientes), sino que la propia sociedad tamaulipeca quedamos en entredicho, pues finalmente el gobierno es un producto creado y modificado por nuestra misma sociedad.
Piénsenlo un rato; a pesar de la voluntad de gobernantes y gobernados, parece que no hemos conseguido los resultados deseados buscando las buenas prácticas del gobierno, no hemos conseguido resultados satisfactorios y sostenibles, no hemos conseguido que muchas instituciones autónomas funcionen para lo que fueron creadas (con sus honrosas excepciones), y me queda la impresión de que no avanzamos a ninguna parte, y tal vez porque resulta muy conveniente que la situación permanezca igual para determinados grupos políticos y económicos, o tal vez porque ni siquiera el propio gobierno conoce realmente las causas que lo han llevado hasta este punto de inoperancia.
La poca o nula observación de las instituciones, es la causa principal de los atropellos que hacen los gobernantes a los gobernados. Es evidente que malos gobiernos son un reflejo de malas sociedades. En donde existe una sociedad pujante y altamente participativa, poco espacio hay para malos gobernantes. ¿Hasta cuando vamos a despertar?