Este fin de semana Maki Ortiz se destapó en Reynosa para buscar la candidatura del Partido Verde a la gubernatura de Tamaulipas en 2028. El anuncio se dio en el arranque nacional del programa de afiliación del Verde, en un evento encabezado por Arturo Escobar, coordinador político del partido, junto al dirigente estatal Manuel Muñoz Cano y su hijo, el alcalde Carlos Peña Ortiz, entre otros.
Ahí, Escobar, en una hazaña prematura, aseguró que Maki debería ser candidata en 2028.
No es la primera vez que Maki busca convertirse en candidata a la silla grande de Tamaulipas. Hace tres años se registró como precandidata de Morena pero fue desplazada por el hoy gobernador Américo Villarreal, quien de hecho tuvo una votación histórica.
Lástima que al Partido Verde no le duró mucho “la gloria del anuncio”. Apenas se destapó y el partido sufrió un duro golpe; la única diputada que le quedaba en el Congreso local renunció ayer para irse a Morena, sumándose a otras tres legisladoras que ya habían hecho lo mismo. Así que el Verde se quedó sin representación.
El problema de Maki es que aunque ha jugado con todos, no tiene el respaldo completo de ningún partido político. En el PAN, que la llevó al poder, acumuló muchos enemigos de gran peso. El problema vino porque dentro del PAN muchos no la querían. Los grupos internos la veían como aliada solo de conveniencia, acusándola de beneficiarse del cargo sin apoyar al partido. Además, su estilo frontal y el peso político que fue tomando en Reynosa generaron roces con líderes panistas, entre ellos con el entonces gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, con quien terminó confrontada.
Cuando su hijo Carlos Peña Ortiz buscó la alcaldía en 2021, el PAN lo rechazó como candidato. Eso llevó a que Maki rompiera con Acción Nacional, se acercara a Morena y finalmente lograra que su hijo, el Makito, fuera postulado y ganara la presidencia municipal de Reynosa. Ese movimiento terminó de sellar la enemistad con el PAN.
Pero en Morena tampoco la ven con buenos ojos, pues en 2022 buscó ser candidata a gobernadora y, al ser derrotada por el hoy gobernador Américo Villarreal, impugnó la elección ante el Tribunal. Esa jugada la dejó marcada como incómoda para el morenismo.
Hoy, desde el Verde, intenta rearmarse. Su candidatura no está asegurada, pero su figura vuelve a mover las piezas. ¿Tendrá aliados suficientes para aguantar otra batalla en 2028?
Porque si algo ha demostrado la política de Tamaulipas es que las alianzas son frágiles y la memoria de los partidos es larga. Hoy el Verde le abre la puerta a Maki, pero mañana ¿quién le asegura que no se la cierren de nuevo?
Ya lo veremos.
Que Dios los bendiga, gracias.
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