La riqueza que hay en la superficie suele ser encontrada, incluso, sin mucho esfuerzo, por aquellos que no se esmeran en buscarla, mas, la satisfacción de encontrarla suele ser efímera, porque se gasta con la misma rapidez con la que se encuentra. (sbc)
Ayer me encontraba con dos jóvenes estudiantes en una plática informal y surgió el tema sobre el tiempo que dura el proceso de madurez en el ser humano, no se incluyeron los aspectos físicos o intelectuales, pues a todos nos quedó muy claro, que las variables que intervienen en ello, en cada sujeto, pueden ser diferentes en tiempo, lugar y espacio, por lo que se decidió profundizar hasta llegar a lo intangible, refiriéndose a la madurez del ente espiritual, lo que sin duda complicó el debate, pero despertó la curiosidad de los jóvenes.
Cuando lo superficial deja de ser imprescindible para satisfacer una de las necesidades más apremiantes del ser humano, éste, en su desesperación por encontrar lo que desconoce, pero no ignora, tiende a seguir de arranque, caminos equivocados (sbc).
En un principio nos resistimos a seguir la ruta correcta para encontrarnos a nosotros mismos, preferimos imitar modelos existenciales que otros han puesto en práctica pero, que igual, nunca encontraron lo que buscaban porque su interés fue siempre no reconocer sus fracasos, sino justificar sus desaciertos; estas rutas siempre conducen a una desolada medianía, donde lo no viable puede funcionar en una sociedad que igualmente confundida, acepta y clasifica como nuevo aporte a la cultura de la diversidad.
Aquello que suele buscarse con desmedido afán, sin saber, y que no logra ser satisfecho con las cosas que nos ofrece la superficialidad y la medianidad, siempre ha estado en el interior del hombre, surge en ocasiones a temprana edad, ante la necesidad de encontrase con el todo universal que le diera origen, reclamando para sí su natural identidad que ha permanecido oculta ancestralmente.
¿Cuánto tarda el hombre en madurar espiritualmente? Lo que tarda en comprender lo que es amar a Dios por sobre todas las cosas y amar a su prójimo como a sí mismo.
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