No me mueve la angustia ni el olvido, muéveme, madre, el deseo de tenerte siempre cerca, para dejar atrás lo que me tiene confundido, porque dormir casi no puedo, por estar alerta.
Muéveme el corazón, pero despierta, quiero alejar de mí lo que me entristece y desconcierta, muéveme madre, hacia ti, con la alegría de tu amable risa, que fortuna y vida, sin ti no habría ninguna
Muéveme para hacerme sonreír, para que la tristeza de mi alma se destierre, muéveme contigo, madre, si es preciso, porque el miedo de perderte me tiene en la vida muy ausente.
Muéveme a tu luz divina eternamente, porque ya no podría vivir atenido a mi suerte; muéveme madre por piedad yo te lo pido, porque vivir sin verte no podría.
Muéveme a la calidez de tus caricias, hazme sentir de nuevo tu amor y tu ternura, aléjame de la oscura soledad, que aparece en el desierto de mi vida y su locura.
Muéveme Señor hacia la paz interior, así como mueves al fiel que tanto te reza y te procura, para sanar su espíritu que yace perdido en la espesura, de un cielo gris que se pierde en la angostura de una fe vacilante, y la esperanza en el poder del perdón que tu ofreciste.
Mueve mi Dios mi corazón, mi fe y el amor que hay en mí, para que convertidos en la más ferviente alabanza, regresen a mí para sanar de la herida que la infame lanza, habiéndote tocado a ti primero, me ha hecho sentir el dolor que hoy me tiene sumido en la tristeza y en la desesperanza.
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