Por el camino de la incertidumbre voy, mi luz ancestral me ilumina e ilumina mis pasos, pensativo y cabizbajo, preocupado, sí, por lo que no quiero aceptar, con la esperanza de seguir brillando en la oscuridad, al ignorar quién soy, y el por qué estoy, aceptando que caí al tropezar, por estar mi mente ocupada en pensar en las cosas del mundo, cuando debería estar pensando en las cosas del espíritu, mas, era necesario caer para despertar a la realidad, para dejar de especular sobre el acontecer de un futuro cercano, cosa mas irreal, que queda en evidencia, al no poder armar un rompecabezas al que le faltan piezas.
Aires de ánimo refrescan la falsa idea de lo que puede ser, por considerarlo justo o meritorio, porque se ha tenido la entereza o por el esfuerzo honesto y tenaz de lograr sobresalir con humildad, en empresas que requieren no sólo capacidad o competencia, sino de madurez y experiencia basada en valores como la honestidad, justicia, equidad, respeto, la obediencia, y no sólo argumentos válidos cuando se trata de reafirmar la amistad.
Después de caer, sacudir el polvo de mi ropa, y al retomar el vuelo, al paso me salió el consuelo de quienes tienen el verídico poder sobre todas las cosas, y me pide liberar aquello que tanto me atormenta, me pide le haga una pregunta y sabiendo que no le puedo mentir, porque ante El nada se puede ocultar, entonces le respondo: ¿Quiénes son ellos? Y Soy Yo responde: Son quienes deberán responder por su encargo a la amistad, de quien a su vez se comprometió a otro nivel. No entiendo tu preocupación recurrente, tú me conoces a mí, y con ello conoces todo lo que tienes que saber, sigues siendo tú, y no esperes a que alguien que sólo conoce las cosas del mundo puede distinguir entre tanta oscuridad y la luz que te he obsequiado, aunque yo te la di, solo yo te la puedo quitar.
“Si fueras del mundo, el mundo os amaría como cosa suya; pero como no sois del mundo, sino que os entresaqué yo del mundo, por eso el mundo os aborrece.” (Jn 15:19).
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