Tan sencillo que es dejarse amar, y cuando eres amado, absolutamente todo en tu vida se estabiliza, se armoniza tu ser tanto interna, como externamente. Algunos estarán pensando que amar es una cuestión altamente compleja y podrán refutar mi aseveración, porque piensan que han sido desafortunados en el amor porque el universo ha conspirado contra ellos; la verdad, sólo aquel que no lo desea, no se ve beneficiado por los efectos de esta energía positiva. ¿Por qué alguien no quisiera sentir la más maravillosa sensación que se traduce en lo que conocemos como felicidad? Desde mi muy particular enfoque, porque nunca se ha dado la oportunidad de acceder a una necesidad básica, vital para darle a su vida una razón de ser.
A muy temprana edad, durante mi evolución, me percaté de que no podía vivir sin amor, y si bien es cierto que los alimentos, el agua o el oxígeno son indispensables para la vida material, estos, no son suficientes para darle vitalidad a mi espíritu, de ahí que, se puede vivir sintiéndose una unidad mecánica que forma parte de una estructura social y moverse en el sentido que esa estructura determine, pero nunca se podría tener conciencia de que la verdadera existencia del ser se nutre de la energía positiva llamada amor.
Cuando mi energía amorosa es baja, mi estado anímico es bajo y mi estructura material es altamente vulnerable al ataque, no solamente de los microorganismos patógenos del ambiente, sino también de los nocivos efectos de los pensamientos negativos que son generados por aquellos seres que han dejado escapar las oportunidades para amar y ser amados.
Hace unos días, un ser de luz, altamente cargado de amor incondicional, percibió los lamentos de mi espíritu, y sin yo pedirlo, me abrazó, me besó repetidamente en las mejillas, se recargó tiernamente en mi hombro y pasó mucho tiempo junto a mí, compartiendo su energía positiva, y sólo me soltó hasta que sintió que nuevamente mi aura volvió a brillar, su nombre es José Manuel, tiene 2 años y es mi nieto.
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