En una ocasión me preguntaron: ¿Cuál es el límite del poder del hombre? Entonces contesté: ¿A qué poder se refiere? ¿Se refiere acaso, al poder como ejercicio libre de su voluntad, o al que le otorgan las leyes por mandato popular cuando se ejerce una responsabilidad pública?
Todos somos poseedores de un poder, pero, debemos de ejercerlo con prudencia, con honestidad, con sabiduría, y siempre pensando, no sólo en el bienestar propio o de nuestra familia, sino en el de la comunidad entera, pues todo lo que podamos hacer al ejercer ese poder, podría también causar un daño colateral al prójimo.
El límite de nuestro poder individual, debe de regirse por los valores morales y las normas cívicas vigentes; y el de los servidores públicos, además de esos valores éticos, deberá sujetarse a los principios o fundamentos establecidos por la ley.
Me preguntaron también, si consideraba que los mexicanos estamos hoy ante una valiosa oportunidad para retomar el rumbo hacia la equidad, la justicia y la paz social, refiriéndose a la forma de ejercer el poder de nuestro actual Presidente de la República, a quien mi interlocutor consideraba un hombre bueno; le contesté con la siguiente cita bíblica: “Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. (Mc 10:18)
Todos tenemos defectos y virtudes, por lo general, hacemos uso de los mismos conforme evolucionamos como seres humanos y de acuerdo a los retos que se nos van presentando en el entorno; seguramente, en el haber del Presidente, existan antecedentes de algunas cosas que no se apegaron a derecho o a la moral, si no fuera de esta manera, estaríamos frente a un hombre perfecto, y tal vez valdría la pena considerarlo como un ser de otra dimensión o planeta.
Lo que sí podríamos considerar, es que dentro de la evolución de Andrés Manuel López Obrador, éste, ha entrado a una etapa espiritual de su vida terrenal, de ahí que pudiésemos pensar, que sus intenciones pudieran ser buenas para el mejoramiento del desarrollo social, pero tendrá que considerar, que para lograrlo, habrá que analizar a conciencia, cada una de las posibles soluciones, y deberá tomar en consideración, con toda seriedad, las opiniones que van emergiendo de los componentes que contribuyen al bienestar y desarrollo de nuestra sociedad, de otra forma, se irán sumando más inconformidades por su manera de gobernar; entiéndase con lo anterior, que no estamos en contra del combate a la corrupción e impunidad, sólo planteamos la necesidad de analizar bien las acciones que emergen del poder que se le ha otorgado, para medir en su justa dimensión el impacto político, económico y social de las mismas.
Sin duda, todo buen mexicano deseamos un país equitativo, justo y pacífico, donde se hagan valer los derechos y se compartan las obligaciones para lograr el proyecto de nación que pretendemos.

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