Buen inicio de semana estimado amigo lector ¿ha oído hablar del Contagio emocional? un fenómeno por el cuál las personas tienden a imitar y sincronizar automáticamente las expresiones y conductas de los demás; podríamos partir de este término para tratar de explicar lo que en Psicología social se conoce como contagio histérico, que es una forma exagerada de contagio emocional y ocurre cuando las personas, en un grupo, muestran signos de problemas físicos o enfermedad, cuando en realidad hay fuerzas psicológicas y sociales responsables, de ahí que se puede identificar un efecto imitador del comportamiento basado en el poder de la sugestión y la influencia de la transmisión vía verbal asociados con la histeria (Alejando Riascos en 2021); pero dejemos por el momento las consideraciones científico teóricas sobre el fenómeno que hoy nos ocupa, para adentrarnos al motivo que dio origen a la narrativa. Resulta que algunos de nuestros pacientes nos comentan que con frecuencia se sienten influenciados para tener cambios en su estado de ánimo y de su actitud, al recibir lo que consideran una gran cantidad de información negativa, esto, desde que inicias sus actividades por la mañana; la fuente emisora de lo que considera, genera malas vibras, proviene muchas veces de los medios de comunicación como la televisión, la radio y actualmente los que se publica en redes sociales; pero por extraño que parezca le dan mayor importancia a la comunicación de manera directa que se da entre familiares, vecinos o amigos.

Cuando la información o comunicación negativa y estresante, proveniente de un familiar, se denomina como tóxica o disfuncional y pone en evidencia vínculos tóxicos, donde suele caracterizarse por ser constante e intencionada y de carácter humillante, puede contener aspectos que denoten invalidación o manipulación y de hecho, clasificarse como maltrato emocional.

A las personas que nos provocan emociones desagradables se les puede identificar por algunas características, tales como: Se quejan de la mayoría de las cosas, son muy negativas, se muestran siempre como víctimas, la envidia está muy presente, siempre están hablando de lo mal que lo han pasado, suelen ser personas egocéntricas. Psicológicamente a estas personas se les asocia con la generación de sentimientos de culpa, vergüenza y estrés; proyectan inseguridad, frustraciones o defectos; desplazan su propio enojo o infelicidad hacia los demás, pueden criticar para sentirse superiores o para obtener validación y atención de los demás o presentar también, una disonancia cognitiva entre su comportamiento (criticar) y sus valores personales (ser amable y justo).

La mente humana tiene un sesgo natural hacia la negatividad, lo que significa que los efectos de las críticas y los comentarios negativos tienden a durar más y a tener un mayor impacto que los positivos, afectando tanto a quien los recibe como, indirectamente, a quien los emite.

 El contagio de emociones negativas puede provocar respuestas fisiológicas como aumento de la frecuencia cardíaca, hipertensión arterial y problemas estomacales (ej. nudo en el estómago, gastritis). La respiración puede volverse más rápida o superficial. La exposición prolongada a la negatividad puede llevar a la fatiga emocional, con una disminución del metabolismo y sensación de agotamiento. Pueden padecer de migraña o dolores lumbares, presentar ansiedad y estrés transmitido.

El cuerpo refleja la negatividad anímica transmitida a través de una serie de respuestas automáticas e inconscientes que buscan proteger al individuo del malestar psicológico, resultando en tensión física, posturas defensivas y cambios fisiológicos.

Recuerden que lo que aquí comentamos es sólo una opinión y aunque tenga un soporte científico, puede contener apreciaciones que no se apeguen estrictamente a las consideraciones que puedan tener los especialistas en salud mental, a los que pueden consultar en caso de dudas o tener mayor información sobre el tema.

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