Platicaba con un amigo sobre lo rápido que pasa el tiempo los fines de semana, y la sensación de insatisfacción que percibimos los adultos al no poder sentir que los sábados y domingos suelen ser ya los días de relax para recuperar la energía perdida durante la semana laboral; incluso, tampoco resulta ser satisfactorio para los estudiantes de todos los grados académicos, pues siempre están sobre las tareas escolares. Y qué decir de las amas de casa, donde la mayoría asegura, ocupan los sábados para lavar y planchar la ropa o ayudar a sus hijos menores en las tareas escolares, y los domingos, seguir la friega para preparar la comida y recoger la casa después de que el último familiar se marcha a las ocho de la noche, ya que es el día que se destina para la reunión familiar. Si no se descansa esos dos días, ¿cómo podríamos enfrentar lo que nos depara la siguiente semana?
Me pregunto si algunos de nuestros investigadores en Salud Pública o del sistema de Educación se le habrá ocurrido hacer un estudio sobre la probable presencia en grados variables de un probable Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), sin duda esta posibilidad implica un gran reto, porque no sería suficiente el hecho de evaluar los resultados del desempeño laboral, escolar o en el hogar. Se que existen investigaciones y documentos oficiales en México que abordan la relación entre los procesos laborales/educativos y la fatiga crónica, tales como el Burnout y la fatiga laboral, desde el punto de vista clínico (salud) y psicosociales(trabajo/escuela) pero existen vacíos sobre los estudios longitudinales nacionales que prueben causalidad
El mencionado SFC resulta difícil de diagnosticar, sobre todo porque muchos casos pueden asociarse con trastornos de depresión, ansiedad, insomnio, o estrés. La florida sintomatología, también puede conducirnos a falsos diagnósticos, porque además de experimentar una anormal fatiga prolongada, pudieran confundirse con un estado gripal que evoluciona a un estado crónico. Dentro de la sintomatología más común en los casos severos de SFC encontramos: dolores generalizados, sensación de debilidad física o mental, insomnio, pesadillas, sueño no reparador, despertar con frío, sudoración, intolerancia al frío o calor, a los cambios atmosféricos, o a los grados de humedad o sequedad, intolerancia al alcohol, hipersensibilidad a alimentos antes bien tolerados, a olores fuertes, a perfumes, a vapores químicos como la gasolina y disolventes, aromas artificiales, medicamentos, migraña, vértigo, sensación de mareo permanente, náuseas, diarrea, síndrome de intestino irritable, inflamación de vejiga, próstata, infecciones y molestias urinarias o genitales, infecciones respiratorias, rinitis crónica, alteraciones hepáticas, problemas de digestión de grasas, carbohidratos, taquicardias, síntomas y signos de agotamiento cardiaco, empeoramiento severo al hacer ejercicio, incapacidad de permanecer de pie (intolerancia ortostática) con sensación de síncope, asfixia o taquicardia. Déficit de la incapacidad de concentración, de atención, del aprendizaje, depresión, angustia, ansiedad.
Ante las dificultades de emprender un estudio sobre el SFC, por lo pronto, deberíamos de tomar muy en serio el hecho de la necesidad de descansar lo más que podamos los fines de semana, para ello la Sistema de Salud y de Educación podrían coadyuvar para ir restándoles posibles causas a la aparición de este padecimiento que hoy por hoy no se ha estudiado bien y menos se está atendiendo como se debe.
Algunos de los indicadores que se utilizan o deben de utilizarse en México para estudiar, cómo los procesos laborales y educativos condicionan la fatiga crónica, serían los siguientes:
Dimensión biológica y clínica: Fatiga física persistente, trastorno del sueño, dolor musculoesquelético, infecciones o enfermedades previas, uso de medicamentos, actividad física.
Dimensión Psicológica y Emocional: Estrés percibido, ansiedad y depresión, Burnout, afecto negativo, resiliencia, satisfacción con la vida/ trabajo y estudio.
Dimensión Laboral: carga laboral, intensidad del trabajo, control sobre el trabajo, apoyo organizacional y de pares, conciliación trabajo-familia, modalidad de trabajo.
Dimensión Educativa: carga académica, calidad de sueño y descanso, estrés académico, motivación académica, uso de tecnología educativa, apoyo docente institucional.
Dimensión social y contextual: Apoyo social percibido, situación económica, hábitos alimenticios, uso de cafeína, alcohol o tabaco, tiempo libre y ocio.
Indicadores de resultados: Fatiga crónica diagnosticada, días de incapacidad o ausentismo, disminución de productividad o rendimiento, calidad de vida.
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