De los males, el menos, eso quisiéramos todos cuando las señales del entorno global indican una tensión generalizada por la toma de malas decisiones; no importa ahora quién tiene la razón, porque es precisamente la razón, la que debe imperar antes que cualquier inconveniente que nos exhiba como como diferentes, al grado de desconocer hasta nuestro origen, nuestras raíces, nuestra esencia.
¿De qué se trata ahora? No creo que sea lo de siempre, porque si bien existe más de un motivo para estar molestos con los que no piensan igual a nosotros, nuestra inteligencia no nos da para analizar bien las cosas y pareciera que dejamos que el instinto reine en nuestra conducta; es más poderoso el orgullo, que en muchas ocasiones raya en fanatismo, para continuar nuestra ceguera y sordera y así poder justificarnos para actuar, sin medir la consecuencia de nuestros actos; en estos momentos existen poblaciones en el mundo que no han podido limar las asperezas que los confrontan, existen naciones que alimentan el fuego incendiario de los ánimos en para seguir teniendo peso para equilibrar la balanza de lo que consideran esencial para evitar el control, el abuso, y la inminencia de un estar de sujeción y esclavitud ante las grandes potencias, que dicho sea de paso ante el simulado poder, temen también sucumbir debido a sus erráticos esfuerzos para no verse débiles ante sus adversarios.
Hoy, como otras veces, la población mundial se estremece de miedo ante la posibilidad de una conflagración mayor de pronóstico reservado, más nuestro Señor Jesús nos dice: “Oiréis asimismo noticias de batallas y rumores de guerra; no hay que turbaros por eso, que, si bien han de preceder estas cosas, no es todavía esto el término. Es verdad que se armará nación contra nación, y un reino contra otro reino; y habrá pestes y hambres, y terremotos en varios lugares. Empero todo esto aún no es más que el principio de los males”
(Mt 24:6-8).
Procuremos estar en paz con nosotros mismos, para poder entender que todo aquello que provoca las tormentas en el alma, inicia cuando no ponemos en práctica nuestra sabiduría, misma que se basa en el amor de Cristo Jesús por nosotros, y de nosotros por Cristo Jesús, para amar a nuestro prójimo.
enfoque_sbc@hotmail.com