Y ahora… no queda otra más que despertar a la realidad, pero este despertar no será igual para muchas personas, habrá quien despierte con un sentimiento de depresión, debido a un lamentable suceso como la pérdida de un ser querido, la de su trabajo, la del crédito que le permitía seguir financiando una deuda que no termina nunca de pagar; la pérdida de una buena amistad, o la de un bien material muy estimado. Podemos empezar el año con lamentaciones, con tristezas, con la sensación de indefensión; pero también podríamos iniciarlo con gozo, por saber que a pesar de todo aquello que oscureció nuestro ánimo o de lo que amenaza por hacerlo, no pudo apagar del todo la llama de la esperanza, y más, si esa fuerza que estimule nuestro estado anímico, la sustentamos en una fuerza mayor que todo el tiempo nos está invitando a levantarnos para seguir de frente y nos apoya para poder salir victoriosos de cualquier adversidad.

Si el año próximo pasado nos pareció un mal año porque no obtuvimos lo que deseábamos, recordemos lo que pensamos de los años que le antecedieron, por lo general,  tenemos una nociva tendencia a minimizar nuestros logros, siempre nos estamos exigiendo más, pero sin tener en cuenta el sentido de nuestras aspiraciones, aseguramos que lo hacemos para que nuestras familias vivan mejor, pero apenas hemos logrado sembrar nuestros buenos propósitos y abandonamos la parcela para ir en busca de otra acción que nos pareció más atractiva, y en el intento podríamos acertar o podríamos perder todo.

Si nuestra prioridad es darle lo mejor a nuestra familia, preguntémosle primero a cada uno de los miembros de ella, qué es lo que más necesitan, seguramente quedaremos sorprendidos con las respuestas, porque si alguno de ellos pide más cosas materiales, será la evidencia contundente de que no hemos estado haciendo bien las cosas.

Mi casa es pequeña, pero en ella se percibe un gran calor familiar, mis ambiciones no van más allá de hacer felices a los que amo, mi voluntad obedece a los principios de bienaventuranza que he aprendido de las lecciones de vida de cada uno de mis hermanos en la fe, que me han mostrado la cara de Cristo en sus necesidades. Podré estar muy lejos de alcanzar mi propósito de agradar a Dios, pero estoy más cerca del corazón de aquellos que han visto en mí la sana intensión y el esfuerzo de ser un mejor ser humano.

Feliz inicio de vida laboral, feliz inicio de actividades escolares, feliz inicio de todo aquello que nos identifica como hijos de Dios.

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