¿Por qué miras tan lejos? ¿por qué te vas alejando? ¿Por qué mis palabras son tan livianas? ¿Por qué se las lleva el viento? Tantas hojas caídas. Qué invierno tan frío. Qué hogar tan oscuro. Qué silencio tan prolongado. Y yo haciendo el recuento de todo lo que ha pasado; y yo, sintiendo el vacío de lo que parece fue grande y resultó demasiado pequeño a tus ojos con aquella mirada.

Aún recuerdo cuando niño miraba a través del vidrio empañado de la ventana de arriba, en  aquel tiempo de invierno, de las calles mojadas, los árboles desnudos temblando de frío, que moviendo sus ramas delgadas imploraban mi ayuda, y yo, cerrando los ojos, retaba a mi mente a ejercer el poder fantasioso, que decía ella tenía, y apretando mis dientes, poco a poco iba logrando, que las hojas secas volvieran de donde habían caído, y una vez conectadas a su matriz, recobraban el color verde esperanza, por la vitalidad concedida por el creador de todo, cuando no había nada, y las ramas más altas, las que llegaban al cielo, con enérgica sacudida, volvían al cielo mi color preferido.

No, no quiero abrir los ojos, y encontrar de nuevo el vacío para perderme en la nada, así, como aquella mirada tuya, sobre la triste figura cansada que va en retirada, buscando cariño, deseando ternura.

Y tú, que aún te sientes grande ¿qué don has recibido para que te sientas segura en tu lugar consentido? y tú, que en un arranque de ira, tomas mis ramas delgadas, que temblando de frío, sienten el dolor al quebrarse, al doblarse su espíritu para hacerlo sentir que ya en la vida no es nada.

Sí, lo sé, no es culpa tuya, quién me manda pensar que se tiene poder sobre sí, cuando queriendo abrir aquella ventana empañada para retar al invierno, para exigirle devuelva el verde esperanza de mi naturaleza sagrada y amada, que igual, recibía la dulce caricia, la tierna palabra, la fe anhelada, del viento tibio de la gentil primavera que aún retengo en mi mente cansada.

No, no voy abrir los ojos, mucho menos, dejaré de pensar en los tiempos gozosos, que otros, que otros, en otro tiempo, recojan los despojos de lo que piensan y dicen que fui al ser tan pequeño, cuando mi espíritu es tan grande que no lo puede ver con una simple mirada.

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