Los que siempre deseamos que la familia crezca, no esperamos que ello sea por consecuencia única de la procreación, al menos, no en mi caso, pues, ha sido mi deseo el incorporar a mi familia a todo aquel hombre o mujer de buena voluntad que tenga a bien establecer un vínculo de verdadera hermandad con la familia; en ese selecto grupo se encuentran los yernos y las nueras, los amigos, los compañeros de trabajo y todas aquellas personas que se identifiquen espiritualmente a plenitud; con ello quiero decir, que no sean capaces de simular el amor, que en fingida hipocresía meramente social, laboral o de otra índole, donde reine un interés que riña con la verdad y los buenos valores, se mantenga oculto en la sombra del egoísmo, el resentimiento, las frustraciones y la envidia, y se acerque únicamente al árbol de la bondad  esperando el mejor momento para hacerlo leña.

Sin duda el comentario anterior pareciera surgir de un fino pero perenne dolor de una herida imperceptible que no termina por cerrar, porque siempre el mejor remedio o la mejor medicina es y ha sido, el dar y recibir amor.

Hay personas que se resisten a ser amadas, parece ser que ese doloroso sentimiento de orfandad, parte del impacto de experiencias negativas durante el desarrollo de su personalidad, y proviene precisamente de las malas relaciones interpersonales entre padres e hijos, entre hermanos, incluso, puede ser motivada por causa de personas, de una familiaridad un tanto lejana a la base familiar, o cercana a tutores, que hicieron de una responsabilidad, un sistema de maltrato hacia los menores, que por desgracia, confundidos, tratarán de repetir el mismo patrón  y fracasarán  en sus intenciones de fomentar buenas relaciones humanas, de ahí que  mantengan una fingida capacidad para fomentarlas o para tratar de parecer el centro que une, que integra, pero que es tan frágil que a la menor evidencia de fracaso, termina por retroceder y mostrar una fingida mansedumbre, mientras el fuego en su interior los consume.

Las personas que se resisten a ser amadas, suelen pensar que el amor que reciben no reúne los requisitos que aparecen es su código de valores, de ahí que encuentren demasiados defectos en aquellos que realmente los aman y no saben que son rechazados porque no cubren sus estándares, lo que ocasiona también mucha frustración en los que desean establecer relaciones armónicas generadoras de bienestar.

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