Esa larga línea que se llama vida, ese fino hilo con la que está hecha y se llama amor, que se entrelaza en la armonía del universo para dar origen a la familia, y se enriquece con el afecto, el cariño, la confianza y la solidaridad de lo que conocemos como amistad, eso, mis estimados lectores, es la obra más grandiosa de Dios. Mas, mientras se teje nuestro destino, el fino hilo, la armonía y la familia, pueden sufrir estirones debido a nuestro empeño de privilegiar otros sentimientos fuera del amor, que se traducen en debilidades, y la unión de ese concierto maravilloso que dulcifica nuestra existencia y honra al creador, termina por vencer la resistencia del milagro de la vida. Entender esto, nos resulta, en ocasiones, sumamente difícil, a pesar de sufrir las consecuencias de nuestras fallas, y el sufrir, da origen a nuestra apatía, a nuestra indiferencia, y al conformismo de aceptar, lo que les pasa a muchos de los que pierden la fe, y dicen: Así es la vida, así tenía que ser. No, mis queridos lectores, la vida no es eso, la vida en sí misma, es el don más preciado que Dios regaló a sus hijos en la tierra, y sí, efectivamente, tiene un principio y un fin, pero a los hombres y mujeres de buena voluntad, que comulgan con el Evangelio de Cristo Jesús, el fin, resulta ser el principio de una nueva vida, de una nueva oportunidad para seguir viviendo.
Todos hemos tenido la dolorosa experiencia de ver, cómo el fino hilo de la línea de la vida, se rompe prematuramente, y cómo esa rotura, alcanza a romper las fibras de nuestro corazón, y el dolor persiste por mucho más tiempo, no permitiéndonos sanar la herida del corazón. Pues bien, ahora yo les digo, que quienes creen y siguen a Nuestro Señor Jesucristo, no deben perder jamás la esperanza en su poder y en sus promesas, porque para quienes hay cosas imposibles, no lo son para Dios.
Más cuando el hilo de la vida se extiende por más años y pareciera que no se romperá jamás, yo les digo, que todo hilo, toda vida, toda familia, toda amistad se renovará para completar el ciclo que Dios ha dispuesto, de ahí que todos debemos confiar en que lo que está escrito, se llevará a cabo sin faltar un punto, sin faltar una coma. Entonces, no estiremos demasiado fuerte y cuando sintamos que nuestra vida puede quebrantarse, démonos una pausa, y contemplemos lo mucho que hemos recibido sin merecer, porque Jesús confía en nosotros y nosotros debemos de creer y confiar en nuestro Salvador.
En memoria de los dos extremos del fino hilo de la vida que Dios nos obsequió y cuya presencia disfrutamos, y por ello damos gracias a Dios.
Que la paz de Jesucristo sea con todos ustedes y demostrémosle nuestra gratitud al Señor, por la corta línea de vida de mi sobrino nieto Luis Felipe Beltrán Maldonado y la larga línea de vida de mi amado tío Arturo Caballero Saldivar.
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