Ayer hablé con mi madre, ella había estado muy seria conmigo, si acaso cuando la visitaba, al principio sólo me miraba con una expresión de infinita ternura, pero sus labios permanecían inmóviles como pensando quién le hablaba al oído; días después, tal vez por llegar a una hora inoportuna, la encontraba dormida o somnolienta, como suele estar un niño en su cuna, y le costaba trabajo abrir los ojos, para mi fortuna, entonces yo le hablaba al oído con voz suave, y ella abría sus ojos como tratando de reconocer a quien no parecía hablarle, y de nuevo aparecía aquella mirada llena de ternura; si en ese momento llegaba algunos de mis hermanos, de los que suelo llamarles los más chicos por tener menos años que yo, pero que igual están pisando ya la adultez mayor, ellos, al acercarse, suben tanto su tono de voz y evocan recuerdos gratos de su juventud y de la juventud de nuestra madre, entonces, mi madre sonríe a mas no poder, tal vez, porque despiertan también esos amables recuerdos de ayer. El ver aquellas escenas y verla a ella feliz, me llena de gozo, mas, muy en el fondo, me pregunto si ella empieza a olvidarse de mí.
Ayer platiqué con mi madre, ahí, donde su frágil cuerpo reposa, como una hermosa rosa en un florero que luce sólo para mí, y como en otras ocasiones, se encontraba dormida; le hablé suavemente al oído y parecía no poder escucharme, entonces le dije: Madre, soy yo, tu hijo, al que todos solían decirte que era el consentido, entonces abrió grandemente sus ojos y me vio con infinita ternura, como no movía sus labios, conmovido le dije: Madre se me han olvidado los chistes, las bromas de ayer, tal vez, por eso no te hago reír, pero quiero decirte, que te sigo amando cada vez más, y aunque me pone triste el que ahora consientas, como siempre has consentido a los más pequeños de tus hijos, entonces, ocurrió el maravilloso milagro, y ella… ella esbozó una hermosa sonrisa y sus ojos brillaron, así, como cuando yo no necesitaba que me dijera que me quería, porque su amor era tanto, como hoy lo siento, y no necesitaba que me consintiera para saberlo, que siendo ahora el ultimo, siempre seré el primero.

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