Una de las cosas más importante que aprendí durante los más de treinta años de hacer públicas mis opiniones, fue que cuando se vive en una comunidad que condiciona su progreso, casi exclusivamente a los resultados electorales de aquellos personajes conocidos, o con los cuales simpatizan, en un momento dado, abandonan sus aspiraciones personales, quedando así supeditado al beneficio que se pueda obtener de los que salen victoriosos en la contienda, traduciéndose eso, como una especie de lotería, donde si realmente tienes una verdadera identificación o familiaridad con los primeros actores en escena, podrás tener una posibilidad de ser tomado en cuenta y mejorar tu nivel socioeconómico, de otra manera, volverás a integrarte, resignada y pacientemente a la sociedad, y sobrevivirás para buscar la próxima oportunidad.
Cuando inicié mi colaboración periodística, el jefe del departamento editorial, delineó mi perfil y me dijo: Usted escribirá sobre todo aquello que pasa desapercibido para muchos ciudadanos, y que sin duda es fundamental para mantener las bases de una sociedad sana. Me imaginé que debido a mi profesión, tendría que hablar precisamente de la salud, pero pronto me percaté, que la tendencia de la página editorial siempre fue política, de ahí que desentonaba, y al ver que se extraviaban mis artículos, le pregunté al jefe de la página editorial, y me respondió: Mire médico lo que usted escribe es importante, pero hemos acostumbrado a la comunidad a estar pendiente del acontecer político y esa es la línea que marca a este periodismo, y me aconsejó cambiar de tema; así lo hice, pero de pronto se volvieron a extraviar mis artículos y los tenía que llevar hasta dos o tres veces sin ningún resultado. En esta ocasión me entrevisté con uno de los más experimentados en el tema y me dijo: Es posible que esté siendo muy directo en sus apreciaciones, y eso molesta a algunas figuras públicas. Le respondí: Procuro privilegiar la verdad y los artículos están bien fundamentados. El respondió: Ese es el problema, no se apegue tanto a la verdad, porque la verdad duele. Por lo que me dirigí con el jefe de la página editorial y le informé que deseaba regresar a los temas cotidianos, que involucraran conceptos sobre valores y principios para coadyuvar en la mejora de la cultura de nuestra sociedad; y me recomendó que no hiciera señalamientos personales sobre moral y ética; entonces decidí hablar sobre la familia y para no ofender a nadie, hablé sobre la mía, que no siendo perfecta, no se ofenderían y si lo hacían, podrían aclarar el punto, tratando siempre de privilegiar la verdad. Muchos lectores se han identificado con mis narrativas, he tenido la satisfacción de recibir felicitaciones, y desde luego algunas críticas, pero eso me ha ayudado a mejorar como escritor.
Se preguntarán el porqué de los comentarios, bueno, porque el tiempo me ha dado la razón, si algo necesitamos en nuestra comunidad, es creer en nosotros mismos, en nuestro gran potencial y nuestra capacidad de renovar y fortalecer las bases de nuestra sociedad; ya hemos sido sacudidos repetidamente por eventos desafortunados, ya hemos sido testigos del quebranto de las estructuras de las organizaciones políticas, muchos han buscado el apego a la única verdad que nos puede hacer felices, que puede regresar la paz y la estabilidad que hemos perdido.
Esperemos que las duras lecciones que hemos recibido, nos muestren el camino para renacer a una nueva vida.
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