Que la sombra del árbol mayor me cubra, que el mejor de los vientos me refresque, que mi mente se mantenga activa y el vigor a mi cuerpo regrese con mayor fuerza; que el sueño sólo llegue cuando se requiera, para mantenerme despierto y poder ver todo aquello que me falta. Que regrese la música con la que marqué el compás con mis pies, que mis ojos se maravillen con el colorido de las flores y que a cada latido de mi corazón, se agregue una sonrisa de todos aquellos que he amado. Que mis oídos vuelvan a escuchar las frases que reforzaron mi amor por la vida, que la voz de mi madre me despida en la partida, que me esperen todos aquellos a los que alegré su vida; que la comida siga alimentando mis deseos para el otro día; que mis pasos se marquen en la tierra para no olvidar todo el recorrido. Que el miedo sea sólo un cuento y que después de terminarse la película, los días sigan iluminados por el sol que nos calienta. Que el agua fresca siga corriendo por los ríos y me lleven a la playa a reposar mis pies, del cansancio de los tiempos compartidos. Que el azahar de los naranjos vuelva a deleitar mis deseos que surgieron cuando niño, y que siendo niño, pueda correr descalzo y detenerme, mirar al cielo y esperar la lluvia para que moje mi cuerpo sin temor a algún quebranto. Que la mesa esté servida y a mi lado mis hermanos y en cada una de las cabeceras mi padre como rey, mi madre como un santo.

Que al abrir la puerta encuentre a mis amigos jugando y me reciban con la alegría de completar un tanto, con la cinta que amarra el cabello y el sudor que en vano trata de enfriar el cuerpo. Que saluden como siempre los que ya se han ido, cuando su espíritu regrese.

Que en un abrir y cerrar de ojos, me dé cuenta, que el tiempo no existe, que no se ha ido, que es el de siempre y que todo, absolutamente todo, sea producto de la mente.

Que si Dios es eterno y Jesús nos prometió la eternidad, yo que creo en él por eso sé que soy eterno.

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