En los días de sentirse bien, procura hacer de tu día una fiesta, no importa que en ella no cuentes con la asistencia, de quienes te han seguido siempre en las buenas, y que ahora están ausentes, más que por su voluntad, por necesidad, nadie en su sano juicio desearía perder la oportunidad de estar junto a quien le causa alegría en sana convivencia.
En los días de sentirse mal, mejor sonríe, recuerda que al mal tiempo buena cara, porque con eso podrás mitigar un poco, el malestar que causa, el tanto pensar en el por qué te tocó a ti, tener que lidiar con lo que no te agrada y te ocasiona malestar.
Como podrás apreciar, en ambas circunstancias, mucho tiene que ver cómo asimilas y enfrentas los eventos indefinidos que a tu vida llegan, a los cuáles por cierto, no demos llamarlos en la primera oportunidad como problemas, pues si lo haces, los enfrentarás con una actitud pesimista, y el peso de los pensamientos nocivos, te harán arrastrar por el suelo la cobija, como popularmente se dice.
Todo lo que nos ocurra en la vida, debemos de procurar analizar, con ello, tendrás la oportunidad de observar con detenimiento cada uno de los componentes, y encontrarás que lo que parece estar mal, sólo requiere de un pequeño ajuste para volver a funcionar, y con eso, te devolverá el ánimo que momentáneamente te roba la desesperación y la angustia.
Si te veo sonreír, igual le sonreiré a la vida, y si con el paso del tiempo, parece que se me olvida, me bastará retroceder un poquito, para apreciar cómo se debe y sin prisas, la buena imagen de nuestras sonrisas plasmadas en las fotografías de aquellos momentos en los que solíamos ser agradecidos con Dios por cada segundo de nuestras vidas.
Por eso, no te permitas hacer derroche, ni mañana, ni ahorita, de lo que parece que te sobra, el tiempo con el que nacemos es el preciso, para poder madurar y ver con claridad lo que es la verdadera felicidad.
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