Ayer, al terminar de comer, decidimos hacer un poco de sobremesa, y antes de iniciar el diálogo, en forma instintiva ambos volteamos a ver los espacios vacíos de nuestra casa, que en estos días de entretiempo suelen estar en la semioscuridad; el silencio se hizo aún más evidente, entonces, de forma repentina, María Elena empezó a llorar; simulando no saber lo que ocurría, le pregunté si le pasaba algo, pero ella no pudo contestar, por lo que me levanté de la silla y la abracen y le dije: ¿Se les extraña mucho verdad? Ella contestó moviendo afirmativamente la cabeza y dijo: Me dolió mucho no haber podido pasar a nuestros nietos a la casa, les quería mostrar el altar que instalamos para conmemorar el día de muertos. Lo sé, pero ya habrá tiempo para eso, pues no está muy lejano el día en que se controle la pandemia, pero como dicen los expertos en epidemiología, tendremos que acostumbrarnos a vivir con el virus causante de tanto quebranto físico y mental en el mundo, y tendernos que mejorar nuestros hábitos, poniendo más atención en las medidas preventivas.
Quiero confesarte algo, sé que el hecho de estar en confinamiento por tanto tiempo, nos está afectando de alguna manera u otra, no es la primera vez que lloras de manera espontánea sin causa aparente, aunque te quejes de diversas molestias corporales y las identifiques como el motivo de tu aprensión, la verdad es que acusas algún grado de depresión, debido a la ausencia del contacto con tus seres queridos, pero te recuerdo, cuál era el mayor anhelo que teníamos cuando iniciamos nuestro noviazgo, yo soñaba con estar en una isla en tu compañía, y no requería de nadie más para ser feliz, pero tú siempre has sido más sensible a la necesidad del contacto con tu descendencia, y ahora lo entiendo, pero quiero que sepas que puedes seguir contando conmigo y no dudes de que soy solidario con tu pena, porque también es la mía, te propongo que volvamos a vivir aquellos momentos en los que no podíamos vivir el uno sin el otro, ilusionados por la cercanía, enamorados como siempre y manteniendo la paz interior, en la confianza que Dios resolverá todo aquello que en estos momentos no podemos resolver nosotros.
Hay pequeños detalles maravillosos, que están surgiendo en este necesario aislamiento, hagámoslos grandes, para mantener nuestro ánimo en alto, Dios está con nosotros.
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