Y después de todos estos sin sabores, de llevar en nuestra mente una pesada carga de pensamientos negativos, algunos creados con ese fin por los hacedores de caos social; otros, realmente evidentes, debido a la torpeza con la que solemos conducirnos en la vida, algunos impactando de manera global debido a su alta investidura de ciertos funcionarios; otros, causando un menor daño, pensando que sus alcances son locales; y la mayoría de nosotros, descuidando lo más importante, la atención a nuestra familia, porque pareciera que en cada hogar hay un pequeño volcán amenazando la estabilidad con fumarolas, ante la posibilidad de hacer erupción y terminar con la tarea que iniciaron los promotores del mal.
No sé si en las condiciones en las que se encuentra actualmente nuestro país, se podrá reconstruir el tejido social, el empezar de cero no nos dará el tiempo suficiente para establecer las bases para resolver al menos los problemas más importantes que enfrentamos; aquellos que piensan que es suficiente delegar el poder a una sola persona con buenas intenciones, están equivocados; México requiere de cada uno de nosotros para salir airoso de lo que se avecina; requerimos de hermanarnos en una sola causa: la viabilidad de nuestras instituciones; el cambio de nombre a las mismas, no garantiza su eficiencia y su efectividad, sólo generaran más gastos, más deuda, más deficiencias y más inconformidad social.
Bien es cierto que no somos el único país que tiene serios problemas, pero es necesario mantenernos unidos para enfrentar la difícil situación que se avecina.
“Y estad ciertos que yo mismo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos” (Mt 23:20)
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