La percepción de vulnerabilidad en nuestro país es cada vez más evidente, si bien, nos podríamos aferrar a la esperanza de que los cambios que se están aplicando para reinventar un sistema político puedan darle estabilidad a nuestra frágil economía, a nuestra inestable seguridad, a nuestra cada vez más precaria salud pública, seguramente debemos de acentuar nuestra paciencia, porque la espera para que se consolide el anunciado cambio le llevará mucho más tiempo del que ha imaginado al Sr. Presidente López Obrador.
Los mexicanos estamos acostumbrados a vivir bajo la presión en las recurrentes crisis y vivimos siempre esperanzados en que llegarán tiempos mejores con cada nueva administración federal, incluso, con cada nueva administración estatal y municipal, pero la verdad, no nos podemos acostumbrar a la recurrencia de estados deprimentes que generan cada vez mayor desgaste físico, mental y moral.
Definitivamente, la tendencia para allegarle a la ciudadanía mayor equidad, mayor justicia y bienestar, no parece estarse edificando con una cimentación que pueda garantizar su sustentabilidad, más bien, pareciera estar acentuando la dependencia, comprando voluntades y coartando la libertad de muchos ciudadanos que empezaban a despertar de una pesadilla, para sufrir otra.
Hay valores fundamentales en el hombre, que no deben de ser removidos por otros, sólo para adecuarlos a una “nueva modernidad” que privilegia precisamente los antivalores.
enfoque_sbc@hotmail.com